Cuando el motivo en sí de la pelea explota empezamos a discutir de papas y siempre terminamos con camotes. Nos acordamos desde el día en que lo conocimos; vamos haciendo un recorrido por todos sus ancestros y acabamos con sus futuras generaciones, ya en el climax de la pelea hay llanto, gritos, ajos, cebollas y todos los condimentos que podamos encontrar en el camino. Terminamos cansadas, sin voz y heridas en nuestro orgullo, arrepentidas de haber dicho más de la cuenta y molestas por que algo se nos olvidó mencionar.
Acabada la pelea mil cosas giran en nuestra cabeza.
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