La pelicula la herida de fernando franco agita el festival de san sebastian

Por Mundotlp @MundoTLP

Todos ustedes han sufrido alguna vez en su vida vaivenes emocionales.  Cambios de humor relacionados con los sinsabores sentimentales. Excursiones mentales de un lugar llamado euforia a otro conocido como depresión. Y vuelta a empezar. El problema es cuando el vaivén muta en patología. Entonces ocurren escenas parecidas a la siguiente: Una mujer que trabaja trasladando ancianos en una ambulancia fuma en la puerta de un hospital. Está en la pausa del cigarrillo. De pronto, mira un mensaje de su teléfono móvil y se empieza a agobiar. Parece un ataque de ansiedad. Entra en el hospital jadeando y se oculta en el cuarto de baño hasta que se le pasa.  Mal rollo. Así arranca La herida, ópera prima de Fernando Franco,presentada en la sección oficial de San Sebastián, que llega hoy a nuestros cines. Y así seguirá: de agobio en agobio hasta el agobio final. La competición del festival se cierra, por tanto, con una sacudida. Con una muestra de ese otro cine español rodado por cuatro gatos con cuatro duros.Cualquier cosa puede alterarte cuando estás al límite. Por ejemplo, un mensaje de móvil de tu pareja. Cualquier convención social se transforma en una tarea titánica cuando careces de las herramientas mentales adecuadas para gestionarla. A nuestra protagonista, interpretada sin aspavientos por Marián Álvarez, le cuesta un mundo relacionarse con el mundo.  Ni novios ni amistades. Cualquier acercamiento amistoso a otra persona acaba por irritarla. De la tapa de sus sesos saltan a la mínima agentes contaminantes como la desconfianza, el mal humor o la paranoia.Una personalidad al límite. Un estado de ánimo inestable y tormentoso. Una joven, en definitiva, trastornada.  La enfermedad hace de ella una mujer insoportable. Todos le van dando la espalda (incluida su madre) y ella sufre que te sufre hasta quedar atrapada en el túnel del suicida.Siempre me ha interesado el plano secuencia y el tiempo real por un lado porque se me hace más fácil para trabajar con los actores y por otro, porque me preocupa contar la secuencia de la mejor manera posibleEn efecto, La herida no es la juerga precisamente, aunque sus méritos son evidentes. Su apuesta por evitar caer en el costumbrismo y el sentimentalismo, la sequedad y el rigor de su puesta en escena para neutralizar el tremendismo del melodrama (aunque no siempre lo consiga) y la escasa separación entre lo que quiere contar y lo que cuenta.Pero hay más. De fondo al drama personal de la muchacha, La herida también deja caer los recortes y privatizaciones de la sanidad pública, de los que se informa en boletines radiofónicos y televisivos que la protagonista oye pero no escucha,  quizás para subrayar que vive ajena a cualquier realidad que no sea la paranoia que habita en su cabeza. Quizás también como metáfora de la precariedad (política y sentimental) en la que vivimos. Y una paradoja para rematar: una mujer incapaz de cuidar de sí misma que sólo logra conectar con su cordura cuando cuida de los demás en su ambulancia.  Cuidados contra la depresión. "Para mí es una película de retrato de un personaje, no quiero que sea sobre el tema del trastorno límite de la personalidad, sino de alguien que lo padece. Y al no saberlo ella, tampoco se verbaliza el trastorno, no se nombra siquiera. Hay problemas que son la misma nebulosa para ella y para el espectador”, contó en San Sebastián Fernando Franco, que antes de debutar como realizador había montado filmes como Blancanieves (Pablo Berger, 2012) yNo tengas miedo (Montxo Armendáriz, 2011).“Siempre me ha interesado el plano secuencia y el tiempo real, aunque sea montador, por un lado porque se me hace más fácil para trabajar con los actores, todo tiene una elasticidad que me gusta más, y por otro, porque me preocupa llegar a contar la secuencia de la mejor manera posible", añadió el director.Mención especial para el tour de force actoral de una Marián Álvarez que ganó la Concha de Plata en San Sebastián por su capacidad para reflejar el abismo mental sin un gesto de más. Es como si hubiera decidido hacer lo contrario a una sobreactuación, cuando quizás lo que te pida un personaje tan alterado sea invadir Polonia en todas y cada una de las escenas.La película es ella. Lo que vemos, oímos y sentimos es lo que ve, oye y siente ella. Todo un viaje por el malestar para el espectador. Lo que quizás explique la buena acogida de la película en San Sebastián. La herida, que se llevó también el premio al mejor director, sacudido a última hora una competición que había transcurrido hasta entonces sin demasiados sobresaltos.

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