Sí, la pena vende. Lo sabemos. Muchas personas la usan como forma de vida o estrategia para conseguir sus objetivos, tratar de dar lástima, conseguir llamar la atención e ir de víctimas tanto en la vida real como en la 2.0. Triste, lamentable, rastrero y ruin pero sí, la pena vende.
Hay personas que realmente están jodidas, que parece que la vida se ha cebado con ellas y ahí se mantienen, al pie del cañón, levantándose cada día, yendo al trabajo a pesar de desear meterse en la cama y no salir hasta que todo haya pasado.
Personas que están hundidas pero que luchan por salir del pozo en el que se encuentran, buscando ayuda y haciendo todo lo imposible.
Personas enfermas, que aún encontrándose mal, las ves siempre con una sonrisa tras la que esconden sus grandes dolores.
Personas sin trabajo y con problemas económicos y que siempre escuchan los problemas del resto sin mencionar los suyos y si lo hacen es a modo irónico para sacarte una sonrisa.
Y ninguna de éstas rentabiliza su pena de forma alguna, ni van llorando por las esquinas y contándolo a los cuatro vientos.
Sin embargo, es sorprendente ver como existen víctimas impostoras que rentabilizan situaciones desagradables para conseguir sus objetivos, bien sea en el trabajo, en la amistad, en las redes sociales, etc. , incluso amañando las situaciones sin importarles pasar por encima de la honra de gente, vendiendo miserias que muchas veces son exageradas para darle más dramatismo.
He visto a gente grabando la muerte de un ser supuestamente querido y subiéndolo a redes sociales (porque si es querido no haces un video en esa situación, vamos, estás hecho polvo sin pensar ni siquiera en las redes sociales). He leído artículos con situaciones estremecedoras que no buscaban el lícito desahogo o ayudar a otras personas que se encuentran perdidas en esa misma situación, si no para rentabilizabar esa situación para vender pena y obtener más visitas a través de la compasión. He visto crearse trolls y hacer daño a personas que no lo merecían y todo por culpabilizar a otra y quedar como víctima de un complot. He visto a personas exagerando sus problemas para siempre poder decir que ellas se encuentran peor y poder ser el centro de atención de esa forma tan mezquina.
Y es que su manipulación, aunque burda, resulta eficaz porque apela a lo emotivo, a lo conmovedor, proyectando la típica frase de " Pobrecit@ ". Y esto, en un mundo lleno de culpas y de conciencias intranquilas, funciona.
Mientras sucede esta artimaña, hay quienes les ven el plumero asomarse pero lo peor es que hay quienes condenan al supuesto verdugo, sin siquiera molestarse en verificar los hechos, para así convertirse en parte del público acrítico de una pobre escena teatral, barata y engañosa en su prefabricación, y todo esto sin muchas veces ser conscientes.
En el momento en el que estamos, en el que abundan víctimas reales, que realmente lo pasan mal y que no van quejándose ni victimizandose, es doblemente agravante que las víctimas impostoras cosechen tanto éxito. Pero tarde o temprano, la careta no les aguantará y sus facciones reales, esas que reflejan sus retorcidas almas, serán ventiladas con el escarnio correspondiente, vamos, que el karma hará justicia.
Y sí, la pena vende pero NO TODO VALE para conseguir los propósitos que tenemos.