Kirsten Thorup (1942), una de las escritoras danesas más importantes del siglo XX, permanecía inédita en castellano hasta la publicación de La pequeña Jonna (1977), una novela en la que se inspira en el ambiente campestre de su Fionia natal para dar voz a una niña avispada que relata en primera persona las vivencias cotidianas de su familia en un pueblecito danés. Se sitúa en los años cincuenta, cuando Jonna tiene diez años y se encuentra en esa edad entre dos mundos que le permite observar el comportamiento de los adultos con la sorpresa de una muchacha que se abre a la vida, pero también con la lucidez de quien comienza a tomar conciencia de las dobleces de su alrededor. De este modo, mientras reconstruye con viveza escenas de su niñez, radiografía la sociedad de la época.La infancia de Jonna está marcada por la pobreza. En los primeros capítulos, vive en pleno campo, cuidando de los animales, pero pronto la familia se ve obligada a realojarse en el pabellón deportivo del colegio, con la vergüenza que supone no tener un hogar propio. El padre pasa largas temporadas fuera por trabajo, la madre limpia casas del vecindario y los dos hermanos mayores se han marchado en busca de un futuro mejor. Jonna, sin embargo, tiene una sensibilidad, si se puede llamar así, que no encaja en su entorno, y que se manifiesta en sus aptitudes para al estudio («Vivía a caballo entre dos universos irreconciliables y conforme pasó el tiempo quedé fuera de ambos. Era como si me hubiesen cortado por la mitad con un hacha inmensa», pág. 228). Como las protagonistas de Las chicas de campo (Edna O’Brien) y La amiga estupenda (Elena Ferrante), Jonna encarna a esa generación de posguerra criada en un ambiente humilde que, no obstante, aspira a salir de él gracias a su tesón.
Kirsten Thorup
En suma, La pequeña Jonna satisfará a los lectores amantes de las historias tranquilas, armadas con escenas sencillas en apariencia, que conforman un universo literario rico sobre aquello que llamamos «cotidianidad». Con su iniciación a la vida, Jonna nos brinda un retrato minucioso y elegante de las relaciones familiares en un hogar humilde en el marco de la Dinamarca luterana de mediados del siglo XX; un hogar con el padre medio ausente, los hermanos deseando marcharse (cuando no lo han hecho ya), la madre como piedra angular que mantiene el equilibrio, y ella, la pequeña Jonna, que se mueve entre dos mundos. El resultado es una novela realista que conmueve sin caer en la sensiblería ni en el cliché, como solo consiguen los grandes escritores.