En latín clásico peregrinuses ‘extranjero’, primera acepción del término queno perderá cuando se cristianice al devenir la peregri nación en parte esencial del ideal evangelizador1, en metáfora del tránsito al más allá. San Isidor o de Sevilla, transmisor por excelencia de la cultura antigua al Medioevo, apunta así, entre los siglos VI y VII, que “peregrino” es el que “se encuentra lejos de su pat ria”. Durante la Plena Edad Media el peregrino será el que se expatría para hacer un via je iniciático: visitare loca sacra. De esta sagrada y masiva peregrinación, que contribuyó no poco a la construcción del Medioevo europeo, nos ha tocado decir algo en esta obra colectiva en honor a Jacques Le Goff2, ¿desde dónde hacerlo mejor que desde Santiago de Compostela, patria universal del peregrino medieval?
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