Quiero comenzar este post aclarando que tengo tal cantidad de series pendientes de entrada, que empieza a dar miedo. Dicho esto, y esperanzado en que no se me acumulen muchas más, pongamonos manos a la obra, empezando por la que ha sido, para un servidor, el mejor estreno del año. Si juntas en una coctelera televisiva a Martin Scorsese,
HBO, la mafia de los años veinte, y uno de los guionistas de
Los Soprano (Terence Winter), no puede salir otra cosa que no sea una pura genialidad. Vistos sus primeros y maravillosos doce episodios, queda claro que tal afirmación no ha ido demasiado desencaminada. Boardwalk Empire comienza seduciendo por el impecable envoltorio de producción que tiene, atrapando por sus maravillosos personajes e interpretaciones de sus actores, y finalmente enamorando (y hasta la médula) por la contundencia y maestría de sus cientos de detalles maestros esparcidos por su relato. Este proceso no dura demasiado, a lo sumo cuatro o cinco episodios, y cuando se ha completado, ya solo queda sentarse cómodamente en el sofá, darle al “play” y disfrutar como un enano del espectáculo que está aconteciendo ante nuestros ojos. "Todo es tan perfecto, y está tan bien colocadito" que, para mucha gente (lo sé), la serie puede llegar a parecer muy artificial y poco accesible. En mi caso, solo puedo decir que, "todo es tan perfecto, y está tan bien colocadito" que da gusto verlo. Sigamos…
"Nucky: Me estás tocando las narices.
Jimmy: Y más que te las voy a tocar."
Después de un piloto contundente, bien armado, y con la inconfundible magia en sus imágenes, característica de un grande como Martin Scorsese, los siguientes tres episodios, buenos como ellos solos, descolocan un poquito, precisamente porque necesitan un poco de tiempo para recolocarse a sí mismos. Cada personaje debe estar en su sitio para cuando empiece el gran baile de intrigas y disparos, y lo que es más importante, debemos conocer bien sus motivaciones y personalidades para que éstos puedan dar la talla en los momentos importantes que vendrán más adelante. Nucky Thompson debe dejar bien claras sus dudas y preocupaciones antes de que le veamos decidir en qué lado de la línea se va a quedar definitivamente. Debemos conocer a fondo los orígenes del personaje de Margaret Schroeder para entender mejor cómo reaccionará en el futuro, y por qué tomará las decisiones que finalmente acabará tomando. Hemos de calibrar bien los pesos emocionales y ambiciones de poder de Jimmy Darmody para disfrutar al máximo de su trasformación final. Debemos sólo intuir al principio los oscuros secretos que esconde el alma atormentada del agente de policía Nelson Van Alden para saborearlos mejor después. Y sobre todo, tenemos que ponernos en situación poco a poco, y en un crescendo continuo, de un momento histórico concreto, para impregnarnos bien de todas sus características morales, y posibilidades argumentales
, antes de que la historia nos coja por sorpresa. Una vez todo esté en su sitio, y sabiendo de qué palo va cada personaje, ya estaremos preparados para disfrutar de un Rock and Roll potente y sin fisuras.
"Un personaje terroríficamente ambiguo.
¿Da lástima o miedo?"
A partir del maravilloso quinto episodio (Nights in Ballygran), donde muchas de las primeras líneas argumentales confluyen, Boardwalk Empire comienza a desplegar todo un abanico de posibilidades de guión, donde los detalles se vuelven imprescindibles a la hora de atar los cabos sueltos emocionales de los personajes. Así pues, pequeñas secuencias (aparentemente) sin importancia, como el descubrimiento de un pastel encontrado en una basura, la lectura de Margaret a sus hijos del libro El mago de Oz, el inocente comentario de un niño frente a un escaparate, o esa reveladora secuencia, donde la propia Margaret parece haber encontrado su inevitable destino entre las migas de un bollo tradicional irlandés, se convierten en detonantes fundamentales, que dotan a la serie de una exquisitez y perspicacia dignas de admiración. Pero es que además seguimos contando con una dirección artística embriagadora, una banda sonora meticulosamente regresiva y sutil, unas interpretaciones llenas de matices (los ojos de Buscemi son todo un muestrario de emociones), una trama que crece lentamente pero implacable hacia la completa adicción televisiva, y especialmente con un buen abanico de personajes secundarios que logran dotar de una mayor profundidad y consistencia a la historia en su conjunto (Richard Harrow y el joven Capone los más fascinantes).
Por todo esto que he dicho, y muchas otras cosas que no he podido o sabido explicar mejor, puedo augurarle y auguro un largo y exitoso camino a Boardwalk Empire para los próximos años. Podeis Tener claro que el futuro de la televisión está escrito con balas, y whisky de contrabando. No seré yo quien me lo pierda.