La Avenida General Paz surge cuando la provincia de Buenos Aires le cede a la Capital de la ciudad de Buenos Aires los partidos de Flores, Belgrano y parte de San Martín para el ensanche de su territorio.
Dentro de un marco carácter rural se hicieron las mensuras, los deslindes y, posteriormente, se amonjonaron en todo su recorrido. Salvo algunos caminos de salida para el interior del país, no había calles, eran sendas, zanjas que dividían el parcelamiento de las propiedades.
En el plano de Chapeaurouge (1890) se puede observar toda su traza. En la zona sur se ve claramente que el deslinde coincidía en buena parte con los herederos de la Estancia Los Tapiales, en el partido de La Matanza, adquirida en 1808 al ingeniero agrónomo Martín J. De Altolaguirre por Francisco J. Ramos Mejía. Sus herederos se dedicaban a la cría de caballos pura sangre y a vacunos Shorthorn, descendientes del famoso toro Tarquino.
Avanznado hacia el Norte cruzaban chacras y quintas. A la altura de Liniers, la capilla y el colegio de monjas de las Hermanas del Divino Salvador (1875) estaban en la arteria, edificios que debieron reubicarse donde está actualmente la iglesia de San Cayetano.
En la zona de Ciudadela se registraban muchas quintas de verduras, como la de Sambucetti, que mandaban su producción al Mercado Spinetto. Otras propiedades eran las de Manuel Lynch (agricultura). La avenida sesgó las tierras y parte de ellas dieron origen al barrio de Villa Devoto. Más adelantes se encontraba la chacra de Luis M. Saavedra, sobrino del prócer, con 360 hectáreas. La traza bordeaba el casco evitando, con un suave desvío, las construcciones existentes enre las que se encontraba un típico palomar. Las cunetas de desagüe serpenteaban el terreno esquivando la destrucción de la antigua arboleda. Contaba con malacate, corral para hacienda, vacunos mestizos Durham, lanares Rambouillet, yeguarizos, caballos de tiro y silla.
La Junta no estaba de acuerdo con el proyecto de construir una avenida puramente arbolada. Proponía ubicar en la faja central, viviendas de carácter social. El proyecto definitivo cumplió en parte las expectativas de los vecinos: calzadas para automóviles, puestos de policía, sendas para jinetes, ciclitas, 15 playas para juegos infantiles a ambos lados de la avenida. Acompañaban estas playas unas casitas alpinas imposibles de olvidar: quizá sea el recuerdo más vivo que tengamos presentes aquellos que las disfrutamos. Eran las Casas para Cuidadores Jardineros, quienes las habitaban junto a sus familias. Estaban encargados de cortar el césped, podar y mantener en condiciones los juegos.
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SUSANA BORRAGNO
“La avenida Gral. Paz era campo y ciudad”
(la nación, 22.08.15)