Rebecca West nació con el nombre de Cicely Isabel Fairfield el 21 de diciembre de 1892 en Londres. Su madre, Isabella, era una reputada pianista que dejó de tocar profesionalmente cuando contrajo matrimonio con Charles Fairfield, un periodista que tenía muchos problemas financieros y acabó abandonando a su familia. Cicely tenía entonces ocho años y nunca más volvería a verlo. Ella, su madre y sus dos hermanas mayores se trasladaron a vivir a Edimburgo donde Cicely inició sus estudios en el George Watson's Ladies College. Una tuberculosis cuando tenía quince años y la falta de medios económicos de su familia, obligaron a la joven a abandonar los estudios y a continuar formándose de manera autodidacta.
Cicely se marchó a Londres con una de sus hermanas mayores, Letitia, quien se convertiría en una de las primeras doctoras tituladas de la historia de Inglaterra. Cicely hizo sus pinitos en el mundo del arte participando como actriz en una compañía teatral donde empezó a utilizar como nombre artístico el de la protagonista de la obra de Ibsen, Rebecca West. Nombre que ya no abandonaría. En aquellos años, Rebecca y Letitia se implicaron activamente en los movimientos sufragistas que reivindicaban una y otra vez por las calles de Londres y en los periódicos de la ciudad, el derecho al voto de las mujeres. En alguna de aquellas publicaciones, como Freewoman o Clarion, Rebecca inició su carrera como periodista y empezó a demostrar al mundo que su voz no sería estática, pues cuando lo creyó conveniente, a pesar de apoyar el sufragismo, criticó algunos de sus métodos y a algunas de sus dirigentes.
En 1912, hizo una dura crítica en Freewoman sobre la novela Matrimonio del escritor H. G. Wells quien, después de invitarla a comer para comentar la opinión de la periodista, se convirtió en su amante. La pareja, que nunca se llegó a casar, tuvo un hijo, Anthony West, quien no tuvo una buena relación con su madre.
En 1930 contrajo matrimonio con el banquero Henry Maxwell Andrews aunque pudo mantener una independencia económica gracias al dinero que ganó con sus artículos, sus libros, muchos fueron éxitos de ventas, y con las muchas conferencias que dio a lo largo de su carrera. En 1942, el presidente norteamericano Harry S. Truman le concedió el premio del Women's Press Club Award for Journalism, alabándola por ser una de las "mejores reporteras del mundo".