Los entrenadores que buscamos crecer somos una especie de científicos en constante evolución buscando métodos, revistas, tesis, documentos e información para conseguir la mayor calidad en nuestros entrenamientos y en la preparación de los futbolistas. El camino que se marca cada uno tiene varias vías, destino desconocido y áreas de servicio cada pocos kilómetros. Y como siempre, en esas paradas y en esa ruta hay caminos mejores, peores, paradas de más calidad y de menos, pero siempre, diferentes.
Muchos colegas se excusan en la edad de sus jugadores para quitarse trabajo y responsabilidades: “Es demasiado pronto para ofrecerles información sobre rivales”, “no hay que entrenar como jugamos porque necesitan conocer más tipos de fútbol…”. Yo, sin embargo, sí creo en una periodización táctica adaptada a la edad de los jugadores respetando determinados principios metodológicos que no harán que el jugador crezca en un determinado hábitat renunciando a los demás, sino que aumentará su cultura táctica y le hará mejor jugador. En definitiva, ¡le preparará para el juego!
Además, aquellos que argumentan que la periodización táctica es incorrecta a esas edades porque si juegan bajo un contexto cerrado no estarán preparados para jugar en otros suelen ser entrenadores cuyas sesiones se alejan del juego y, por tanto, ni dominan un modelo ni dominan el resto. Además, ¿desde cuándo los contextos son cerrados? En fútbol, no.
La Periodización Táctica en el fútbol base hay que aplicarla desde una dimensión táctica (la periodización táctica real es más compleja pero está adaptada a la fisiología de jugadores que no están en edad de formación).
Siempre que llegamos a un club tenemos que cumplir determinados objetivos, ¡también en términos de resultados! No debemos crear jugadores perdedores, personas a las que no les importe el resultado, porque el fútbol es competición, porque sus actitudes y predisposición también influyen en su formación y evolución y porque en la base debemos, también, preparar al jugador para aquello a lo que un día querrá dedicarse. Pero entre nuestros objetivos prioritarios estará conocer aquello que es la naturaleza de juego de nuestros futbolistas para empezar a recorrer un camino no lineal que favorezca a nuestra plantilla adquiriendo los principios de juego que más puedan dominar y a partir de los que más pueden crecer.
Los principios metodológicos que deberemos respetar serán, en primer lugar –aunque es imposible disociarlos completamente–, el principio de complejidad, teniendo en cuenta el nivel y la edad de nuestros jugadores. La complejidad de las tareas deberá adaptarse a los jugadores con los que contamos, empezando de menos a más pero sabiendo que la evolución no es lineal, que un día puede ser menos, otro más y luego otra vez menos según el rendimiento y la capacidad de asimilación de nuestros chicos.
Luego, hay que tener en cuenta el principio de alternancia horizontal, entendido desde una dimensión táctica, claro. Esto es, cada día, unas prioridades en los diferentes planos del juego. Sin entrar en la dimensión física, a nivel táctico muchos entrenadores caen en el error de entrenar el juego con miedo a empobrecerlo, de forma que sus entrenamientos son partidos de 8×8, 7×7, 9×9, incluso 11×11… ¡Ok, eso está muy bien y es muy necesario! Pero entrenando así hay determinadas facultades de nuestros jugadores que no vamos a explotar. Por eso, debemos tener en cuenta el plano macro, meso y micro y entrenar en contextos colectivos, con gran número y espacio, pero también en espacios por sectores y sin olvidar el plano individual. Las microsociedades que se forman entre dos jugadores, la mejora en el desborde de un extremo, el conocimiento de las particularidades de un determinado jugador… ¡todo esto hará más rico nuestro modelo de juego!
En ese sentido, es indispensable el principio de las propensiones, manipulando las tareas de forma que se dé muchas veces aquello que queremos trabajar o sobre lo que queremos incidir. Crear contextos manejando espacio, tiempo, número, condiciones, etc., en la que los jugadores descubran aquello que queremos manejar. Crear unos automatismos no mecánicos que pasen al inconsciente de nuestros jugadores mediante la repetición sistemática, ¡pero de contextos, no de acciones descontextualizadas!
Respetando estos principios y a nuestros jugadores –con las particularidades de su edad, el proceso de formación, características, nivel, etc.– conseguiremos un método basado en el jugar, respetando la toma de decisión, sin coartar la creatividad de los chicos y generando una organización y un sentido colectivo que les hará crecer disfrutando y trabajando.
* Francisco Ruiz Beltrán es entrenador. Autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol” (Wanceulen Editorial).