El hombre se sentía incómodo en Vélez. Los primeros kilómetros del año lo habían visto con poco rodaje sobre el césped. Apenas cuatro partidos en la Copa Libertadores y otros diez en el torneo Clausura indicaban su currículum del último semestre. Por eso, David Ramírez escuchó la voz del Turco Asad en el celular y armó rápido sus petates. Al igual que en el verano de 2010, lo esperaban Godoy Cruz y la misión de relanzar su carrera futbolera. Y a toda velocidad, el Mago cristaliza su objetivo. Ya convirtió cuatro goles en siete partidos del Torneo Inicial. Y el último festejo resultó la perla de la fecha. Ocurrió en el clásico cuyano contra San Martín de San Juan y la secuencia mostró a Ramírez en su mejor versión. El 10 tomó la bola en mitad de cancha, puso proa hacia el arco y le sacó tiza a su remate. La pelota encontró destino de gol y todo fue satisfacción para el Mago. El enganche que está de regreso en el fútbol nuestro. La mejor firma del séptimo capítulo.