Sin ninguna duda el lugar más turístico de toda la India.
Después de haber oído miles de veces la historia de amor que hay detrás del Taj nos decidimos a visitarlo. En el año 1983 fue declarado Patrimonio Nacional por la UNESCO.
Fue construido entre el 1631-1654 por el emperador Shah Jahan en honor a una de sus esposas que murió en el parto de su 14ª hija.
Se encuentra en la ciudad de Agra y junto con el Fuerte Rojo son las dos grandes atracciones turísticas de la ciudad.
No se puede llegar directamente con coche o autocar ya que para protegerlo de la contaminación esta prohibido conducir en las cercanías del monumento.Son muchos los expertos que dicen que el Taj se muere debido a la gran contaminación a la que ha estado sometido.
Puerta de entrada al Taj
Las puertas que rodean al Taj son preciosas, de igual forma que los jardines están muy bien cuidados. Como es normal, se llena de turistas del propio país y de muchos lugares del mundo, por lo que es mejor ir a primera hora de la mañana. De todas formas, a pesar del gran número de visitantes creo que es un lugar en el que uno puede encontrar un poco de paz, esa paz que en la India es difícil de conseguir.
Cuando se cruza la puerta principal de la entrada, se consigue la típica foto y si te quedas un buen rato observando el monumento, sientes la convicción de estar quizás, ante el edificio más bello del mundo. A medida que nos fuimos acercando nos pareció aún más grande y cuando te marchas le tienes que dar la espalda pero es inevitable girarte para intentar retenerlo en la memoria.
Taj Mahal
Taj desde cerca
En la película de slumdog millionare se ve como los niños roban el calzado de los turistas. Desde entonces, ya no te hacen dejar los zapatos y te dan una especie de peucos para cubrir los zapatos y no ensuciar el inmaculado mármol. Con la entrada que se paga te regalan una botella de agua 'teóricamente' mineral, digo teóricamente porque cuando fuimos a beberla era del grifo. Y eso en la India es ¡altamente peligroso! Prueba de ello las fiebres que vinieron en las horas posteriores.
Quien me conoce sabe que el viaje a la India no fue lo que yo esperaba, que no encontré ni la espiritualidad ni la pureza prometida. Pero el Taj no me defraudó, todo lo contrario, se ha de ver al menos,una vez en la vida.