'La persistencia de la memoria', un breve análisis de la obra de Dalí

Por Baluarte

La persistencia de la memoria es un óleo realizado por Dalí en 1931 y pertenece al estilo surrealista.
El surrealismo es una vanguardia artística que nació en 1924 a raíz del manifiesto publicado por André Breton, en el que proclamó la omnipotencia del sueño y de la imaginación. El surrealismo artístico tiene dos versiones, una abstracta, en la que inventan universos figurativos personales, y otra figurativa, en la que las escenas sorprenden al espectador por la delirante asociación de los objetos. A esta última
tendencia pertenece Salvador Dalí.
La obra representa un paisaje onírico, de grandes espacios dilatados, en el que los elementos se asocian de forma insólita. En primer plano a la izquierda, se observa un bloque probablemente de madera, que hace las funciones de una mesa, sobre el que se disponen dos relojes y un árbol incompleto, con una sola rama y sin hojas. El reloj más grande es blando, tiene una mosca sobre él y cae, escurriéndose por el borde de la mesa. El pequeño, parece un reloj de bolsillo cerrado y las hormigas se mueven sobre él.
Pende del árbol un tercer reloj, también blando. En el centro de la obra aparece una extraña figura que simula una cabeza blanda, cuyo cuello se diluye en la oscuridad. Llama la atención la enorme nariz, la especie de lengua que sale de ella y el ojo cerrado
con largas pestañas. La figura parece dormir sobre la arena. El artista ha colocado sobre esta figura un cuarto reloj, igualmente blando y que también parece derretirse o escurrirse.
Los elementos anteriormente descritos se ambientan en lo que parece una playa desierta, con el mar y una cala rodeada de acantilados al fondo. El cielo y el mar se confunden.
La técnica de Dalí es precisa. El dibujo es académico, de líneas puras. Los objetos se pintan con detalle, aunque no son reales, como si de un realismo casi fotográfico se tratara. El artista utiliza un color brillante y luminoso en el que contrastan con fuerza los tonos cálidos con los fríos. La luz desempeña un poderoso papel y contribuye a configurar una atmósfera onírica y delirante.
El cuadro parece quedar dividido en una parte (al fondo y a la izquierda) de enorme luminosidad y otra (primer plano a la derecha) de sombra.
Respecto al esquema compositivo, predomina la horizontalidad, sólo interrumpida por la verticalidad que marca el tronco del árbol y por las líneas curvas de los relojes y de la figura central, que parecen haber sido introducidas para proporcionar un lento movimiento a la quietud de esta playa.
El método empleado en la configuración de esta obra es lo que el propio autor denominó críticoparanoico, que significaba “un sistema espontáneo de conocimiento irracional basado en los fenómenos del delirio”. Con este método, Dalí suspende conscientemente el control de la razón para pintar y dar salida a sus sueños, sus obsesiones y sus delirios.
Salvador Dalí estudió en la Academia de Bellas Artes de Madrid, pero en 1929 se instaló en París y formó parte del movimiento surrealista (del que fue expulsado en posteriormente por sus excentricidades). Convirtiéndose en uno de sus máximos representantes. Entre sus obras más representativas dentro de esta corriente, como son La persistencia de la memoria o El gran masturbador, Dalí parece retratarse a sí mismo con sus obsesiones. Más adelante se instaló en Estados Unidos, donde evolucionó paulatinamente hacia posturas más conservadoras.