La persona favorita de alguien con TLP

Por Lucy Chibimundo @chibimundo

Tener una persona favorita, mejor amiga, especial… es algo que le pasa a todo el mundo. De hecho es habitual tener a varias personas que encajan ahí: personas de confianza a las que te gusta tener en tu vida y sientes que la hacen brillar incluso cuando las cosas van mal. En la serie de Anatomía de Grey, Meredith (la protagonista) tiene una amistad muy estrecha y especial con Christina y la llama “mi persona”. A pesar de eso tiene relaciones especiales con otros personajes: amor de pareja, de familia… y creo que Amelia y Karev son también personas con las que ella establece una relación estrecha.

Si no has visto la serie no pasa nada, no voy a hablar de ellos en concreto, solo quería ilustrar un poco por dónde van los tiros en el artículo de hoy. La semana pasada ya comenté algo sobre tener a alguien favorito y me pareció interesante ahondar sobre ello.

Las relaciones personales y el TLP:

Uno de los síntomas que a la vez es un criterio diagnóstico del trastorno límite de la personalidad es:

Relaciones inestables e intensas que alternan entre la idealización y la devaluación de la otra persona

Lo he comentado en otras ocasiones cuando he hablado de mi experiencia como persona que vive con TLP: las relaciones son complicadas. Vivir el día a día lo es. Para mi es tremendamente fácil encontrar pistas de que el otro me está rechazando o me va a abandonar en cualquier conversación.

Es como tener un piloto automático que está analizando cada expresión facial y cada palabra. No lo hago voluntaria ni conscientemente. Es un mecanismo de defensa y resulta agotador. No puedo dejar de hacerlo, incluso si soy consciente de que lo estoy haciendo. En esos casos trato de racionalizar las cosas y pausar, a veces lo consigo y a veces no.

Persona favorita = alguien a quien me uno emocionalmente.

Las personas con TLP vivimos las emociones a flor de piel y precisamente por eso la base para que alguien se convierta en una persona favorita es que establezca cierto apego con nosotros.

En muchas ocasiones la persona favorita es justo aquella de la que más temes que te abandone o rechace. El miedo a perder a esa persona es 10 veces más intenso que el miedo a perder a cualquier otra persona en tu vida.

Esa persona consume una buena parte de tus pensamientos. A veces puedes tener fantasías sobre ella… legando a enfadarte por cosas que ni siquiera han ocurrido. Cabe la posibilidad de que se convierta en una obsesión.

No tiene por qué ver con el amor romántico. Puede que tu pareja sea o se convierta en esa persona pero son conceptos diferentes.

La persona favorita es alguien a quien idealizas y pasado un tiempo (corto o largo, nunca se sabe cuanto) la desvalorizas. Esto pasa porque por regla general la otra persona ni siquiera es consciente de tener un papel tan importante en tu vida y no “cumple” con las expectativas que pones sobre ella. Cuando esto pasa es el momento en el que cae del pedestal.

Cualquiera puede ser una persona favorita.

Cualquiera es susceptible de convertirse en mi persona favorita: un amigo, un familiar, mi pareja, alguien que conozco de twitter, mi médico de cabecera o incluso mi terapeuta.

Cabe la posibilidad de que surja cierta dependencia con una persona y ni ella ni yo seamos conscientes de cuanto. Por ejemplo a principios de año mi terapeuta (que lo lleva siendo desde 2019) tuvo un problema de salud, nada grave, y no pudo asistir a nuestras sesiones. Yo me puse en lo peor y me imaginé que estaba enferma de COVID en el hospital muriéndose y se me vino el mundo encima.

Luego, por suerte (sobre todo para mi terapeuta) fue solo un problema de salud básico, se recuperó y retomamos las sesiones. Pero me hizo ver que en cualquier momento podía ocurrir algo y que las sesiones acabaran de repente. Eso me agobia muchísimo así que hablamos sobre el tema y llegamos al acuerdo de que si la marcha fuera voluntaria me avisaría con tiempo.

Esto no elimina el aluvión de millones de otras cosas que podrían pasar. Pero lo llevo como puedo. Y con mi terapeuta igual me pasa con el resto de personas importantes en mi vida.

En el ejemplo puede parecer razonable que un cambio de terapeuta me incomode porque lleva tiempo construir confianza y tal… pero a veces necesito por su parte algún gesto de aprobación o cariño. Si mi terapeuta se da cuenta lo expone y valoramos lo que ha pasado para que sea consciente y pueda hacer ese trabajo por mi parte si me ocurre con otras personas. No siempre se da cuenta, a veces lo hago yo… es complicado vivir repasando tus interacciones con otras personas para ver si están siendo saludables.

En ocasiones, cuando no obtengo la reacción o el cariño que necesito de esa persona favorita, entran en juego los sentimientos de rechazo y abandono.

Mi reacción ante ello es muy variable. Puede que me separe y evite verla o hablar con ella durante semanas. Es una forma de protegerme. Si soy yo quien toma la decisión y se aparta físicamente no tengo que recibir rechazo o abandono, porque he sido yo quien lo ha hecho.

Después me siento culpable por haberme enfadado. También puedo recriminarme haber actuado de esa manera. Y hay muchas posibilidades de que vuelva con el rabo entre las piernas rogando que me preste atención. Es agotador. Para esa persona y para mí.

Este comportamiento no es saludable.

Este es uno de los muchos comportamientos relacionados con el TLP de los que soy consciente que no son saludables. Y además no puedo evitarlos, lo cual hace que todo sea peor.

No estoy segura de ser capaz de trasladar la forma en la que ser consciente de ello es lo peor de todo. Saber hace que estalle una horrible batalla en mi cabeza entre lo racional y lo límite.

El resultado puede ser una profunda depresión en la que no sales de la cama durante días. Quizás toca episodios de rabia, a lo mejor toca disociar y convertirme en alguien insensible. Y aquí es cuando puedes a odiarte a ti mismo y a tu sensibilidad al rechazo, porque crea inestabilidad en tus relaciones. Nadie entiende por qué te comportas así y la mayoría de las veces cualquiera a mi alrededor pensará que simplemente estoy exagerando o siendo una reina del drama.

Lo que realmente quiero es amar y ser amada. En mayor medida por parte de mi persona favorita pero en general por mis seres queridos y a veces también por la gente que no me cae bien porque tengo una necesidad patológica. Pero es algo bastante imposible debido al trastorno. Porque da igual lo que esa persona haga o diga, mi parte límite siempre estará acojonada ante el mínimo indicio de que se va a marchar y actuaré de forma desproporcionada ante ello.

Comportamientos tóxicos.

Evidentemente esta forma de relacionarse con otras personas no es saludable. Poner expectativas y estándares a otros sin comunicárselos y en base a ello tenerles en un pedestal o sacarlos por completo de tu vida no es bueno ni para la persona con TLP ni para los demás.

Este tipo de patrones de comportamiento son los que dan “mala fama” a las personas que viven con trastorno límite de la personalidad. Yo sé que soy una persona difícil de llevar o de querer. Durante la mayor parte de mi vida no he tenido amistades duraderas, aunque sí muy intensas.

No le echo la culpa al trastorno. Tampoco es bueno para mí cargarme con la culpa de todo. Actúo así por patrones de pensamiento irracionales que para mí son verdaderos. Sé que actuando de cierta manera hago sufrir a los demás, pero yo también estoy sufriendo. No disfruto de todo esto como podría hacer alguien que actúa con maldad o planeándolo.

En terapia aprendo a gestionar las cosas mejor. A parar y pensar antes de actuar de forma impulsiva. A racionalizar los pensamientos que brotan insistentemente en mi mente y arrancarlos como las malas hierbas que son. Pero no siempre lo consigo. Es una lucha constante y es invisible.

Por eso pido perdón desde aquí a todas las personas que han tenido que aguantar este tipo de comportamientos por las personas que vivimos con TLP. Y agradezco mucho a cada persona que se ha parado a intentar comprenderme en vez de lanzarme a los leones.

Pero, sobre todo: gracias a las personas favoritas que se han quedado conmigo.