La perversión de las especies bandera: el caso del urogallo cantábrico

Por Davidalvarez
En Biología de la conservación se conoce como Especies Paraguas (Umbrella species) a aquellas especies cuya protección implica la protección indirecta de otras especies que comparten su hábitat. Una especie paraguas no tiene que ser necesariamente una especie amenazada o especialmente carismática, lo que necesita es tener unos requerimientos ecológicos lo suficientemente amplios para que sean compartidos por otras muchas especies, y a poder ser que requiera una gran superficie para mantener una población mínima viable. De esta forma, una estrategia de conservación que proteja a esa especie protegerá por añadidura tanto al hábitat en el que se encuentra como a otras muchas especies que lo comparten con ella. 
Por ejemplo, la protección de la Rana verde (Pelophylax perezi) implicaría la conservación de los humedales semipermanentes donde habita esta especie, unos ambientes muy amenazados por la especulación urbanística, por la desecación o por la sobreexplotación de acuíferos para regadíos. Y con la conservación de esas charcas se protegería una importante comunidad compuesta por una flora característica (alisos, juncos, plantas sumergidas, etc.), por otros anfibios (tritones, ranas, sapos), reptiles (galápagos, serpientes acuáticas, etc.), insectos (libélulas, mariposas, etc.), aves (zampullines, polluelas, zarceros, etc,) y pequeños mamíferos. Resumiendo, a efectos prácticos, en vez de redactar multitud de planes de conservación para cada una de estas especies, la aprobación de un plan de conservación para la Rana verde sería suficiente para conservar al resto de especies que comparten el hábitat con ella.

El "problema" de la rana verde es que es no es animal que despierte especial simpatía entre la población, por lo que a la hora de exponer un plan de conservación a la opinión pública, sobre todo si requiere una fuerte inversión de dinero, en muchas ocasiones se usa otro tipo de especies, las llamadas Especies Bandera (Flagship species). Estas especies son especies carismáticas cuyo atributo principal es que sean llamativas, y puede serlo por su belleza o por su simbolismo, pero principalmente tiene que atraer la atención de la gente, aunque no esté directamente implicada con la conservación medioambiental. De esta forma es más fácil atraer el apoyo gubernamental, la inversión por parte de empresas que las usarán es sus campañas de marketing o incluso las aportaciones de donantes particulares, incluso de otros países. Especies bandera son por ejemplo los osos panda, los tigres, las águilas calvas americanas o las ballenas, por citar solo unos pocos ejemplos.
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Las especies bandera no necesariamente tienen que ser especies en peligro, aunque muchas veces lo sean. Lo más útil sería que una especie bandera fuera al mismo tiempo una especie paraguas, o sea, que además de que su conservación implicara la conservación del hábitat y de otras especies, fuera una especie capaz de despertar el interés de la población y atraer inversión pública.
En Asturies hay como mínimo dos especies que reúnen las condiciones para ser consideradas especies paraguas y especies bandera: el Oso pardo y el Urogallo. Ambas especies están catalogadas en peligro de extinción, son conocidas por la mayoría de la población, tienen buena prensa y además, un plan de conservación de estas especies tendría que incluir necesariamente la conservación de sus hábitats, en este caso fundamentalmente abedulares, robledales y hayedos y por la tanto de una gran cantidad de animales asociados a ellas.
El problema de este tipo de estrategias de conservación es que en muchas ocasiones, bajo la bandera de una de esas especies se esconden actuaciones que poco o nada tienen que ver con su conservación más bien con todo lo que contrario. 

Ayer mismo, aparecía en la prensa un artículo que reunía todos estos ingredientes. Bajo el paraguas de la conservación del urogallo se anunciaban las actuaciones que se acometerían esta primavera, teóricamente para mejorar el hábitat de esta tetraónida, en los concejos de Caso, Ponga y Amieva, situados todos ellos dentro de espacios protegidos (Parque Natural de Redes, Parque Natural de Ponga y Parque Nacional de los Picos de Europa). En el subtitulo de la noticia ya se despejaban todas las dudas, resaltándose que se respetaría el uso ganadero de los montes.
Al leer la noticia, nos enteramos de que las supuestas actuaciones de mejora del hábitat del urogallo son:
a) plantación de especies arbóreasb) mejora de la pista de acceso a Brañagallonesc) rozas de matorral en el entorno de las majadas que eliminarán el 85% del mismod) creación de nuevas zonas de pastos
Y para tratar de convencernos, en el plan se dice que esas actuaciones son de gran importancia para prevenir los incendios forestales, o sea, que en vez de sancionar ejemplarmente a los responsables de los incendios (ocasionados en el 80% de los casos confirmados por quemas de matorral para crear pastos), lo que se hace es gastar dinero público en hacerles el trabajo. Exactamente, la inversión destinada a este supuesto "plan de mejora", que en realidad es un plan de destrucción del hábitat en toda regla, es de medio millón de euros. Por otra parte, estas actuaciones si para algo servirán serán para destruir el hábitat del urogallo y no para recuperarlo.
Pocos casos hay más sangrantes de la prostitución de los términos de especie bandera y especie paraguas que este, ya que no solo no servirá para conservar el hábitat del urogallo y de las demás especies asociadas al mismo, sino que implicará el desvío de una importante partida económica que debería ir destinada a conservación del medio ambiente a la actividad ganadera, que ya recibe por su parte importantes subvenciones específicas para este sector.