La otra peste, la "Ypestis", sacudió Europa y el mundo conocido en el siglo XIV llevándose por delante a millones de personas por una enfermedad que sin estar hoy en día erradicada no preocupa a nadie por razones evidentes; a saber; hoy nos lavamos mas a menudo que lo que se estilaba en el siglo XIV. La peste surge de un conflicto militar por razones comerciales y esto me da pie a un argumento que hoy quiero usar como eje de este soliloquio. La peste tiene muchas caras y no todas son tan evidentes como la enfermedad.
Es curioso que un conflicto comercial que acaba en guerra (como casi todos) sea el germen reconocido de la mayor epidemia registrada en la historia de la humanidad. Es una diferencia entre comerciantes del siglo XIV la que ocasiona las medidas extremas de los tártaros y es la habilidad para viajar y distribuir su mercancía de los genoveses la que esparce la bacteria por doquier. En el libro de Camus la peste es el vehículo y la excusa que inspira a lo mejor y lo peor de los protagonistas del libro.
Creo también que cada época tiene su contexto y que La Peste no tiene porqué tomar forma de pandemia para ser y existir en un tiempo diferente al del siglo XIV. La Peste puede muy bien tomar forma de corrupción político, o de crisis financiera, o de tecnología opresiva, quien sabe. La Peste es una de las caras del alma humana. La complejidad está en identificar la cara, la peste, y reconocer así que se necesita una solución para un problema.
Se, porque esto es así, que la mayoría estáis pensando en Ébola, pero no. Ni de lejos. Las técnicas y medios sanitarios a nivel mundial hacen muy difícil que ningún virus o bacteria se haga acreedor de tal cantidad de muerte y devastación. Puede haber grandes pandemias, pero un tercio de la población de la Europa de 2014, que hoy son 711 millones de personas, serían mas de 230 millones de personas. Ningún virus o bacteria puede hoy en día matar a tanta gente en 11 años. Ninguno.
Otra cosa muy distinta son las otras Pestes. Las otras matan a millones sin telediarios. El tabaco, la contaminación industrial, las drogas...son múltiples y variadas las maneras de matar gente. El hambre mata 3,1 millones de niños en todo el mundo cada año. Y nadie se preocupa del perro de esos niños, nadie se molesta por la declaraciones estúpidas de los políticos que deberían haber impedido la muerte de esos niños y nadie, nadie, usa políticamente la muerte de esos niños. O si. La usan en Intermon-Oxfam, en Médicos sin fronteras, en Amnistía internacional. Lógico, están hartos.
Ninguno de los que participan en eventos profundamente mal promocionados hoy en España es ni ligeramente consciente de su importancia crucial en una cadena interminable que es la responsable de hacer entender a la generación de mi hijo de 22 meses que hay cosas muchísimo mas importantes que vender mucho y vender barato.
Cada vez que me da por pensar en la magnitud enorme de lo que nos rodea y en lo insignificante de nuestras cuitas en este mundillo de mercaderes genoveses y tribus tártaras me asombro mas de lo mediocre y mezquino de ciertas actitudes. Ante la inmensidad del mundo algunos prefieren callar, no pensar, y asumir su miseria. Otros miran a las estrellas y suspiran.
A la espera de que definamos cual es la clase de Peste que nos asola y a la cual debemos combatir, prefiero pertenecer a los soñadores y ladrar. Mucho y muy alto. Y que me oigan.
Permitidme pues está reflexión totalmente extemporánea y poco meditada. Hay días en los que, escribir sobre vino se me queda enormemente corto.
*Fotos: Imagen de la bacteria causante de la Peste. Medico alemán ataviado con "mascara" protectora del siglo XIV. Portada del libro "La Peste" de A. Camus.