Leer la primera novela de un autor consagrado (después de haber leído gran parte del resto, quiero decir) suele ser una experiencia interesante que, cuando el autor además es muy querido por el lector, se convierte en un acontecimiento emocionante. No exento de riesgos, claro, pero infundados en este caso. Porque el Kurt Vonnegut de La pianola es el Kurt Vonnegut que conocemos, todo él está ya en esas páginas de 1952, su sentido del humor, su clarividencia, su fantasía y, cómo no, esa tristeza tan intensa, a ratos entrañable, que por más que se traduzca en un humor muy característico no deja de impregnar la obra con un sabor tan intensamente humano que hace imposible no encariñarse con el texto, con los personajes, con el autor y, por extensión, con la humanidad y la literatura.
La mirada tierna al tiempo que crítica que dirige Kurt Vonnegut a la sociedad en La pianola parece advertirnos de un futuro que, si bien leído ahora nos resulta de una estética un tanto steampunk, tiene una vigencia plena, probablemente casi más que entonces. Si además de la literatura es usted un seguidor de series de televisión, me comprenderá si le digo que La pianola bien podría haber inspirado un guión de Black Mirror.
Trata la obra de la transformación del doctor Paul Proteo de personaje que personaliza el éxito en un mundo dominado por ingenieros y doctores, un mundo mecanizado en el que el papel del hombre queda limitado a operador de las máquinas, en el mejor de los casos, a convencido adalid de la rebelión frente a ese modelo alienante que probablemente parecía más delirante en el momento de su publicación que hoy en día. Pero es la suya una evolución muy particular, más por desencanto o aburrimiento que por convicción de forma que al final el autor parece ponernos sobre aviso tanto del modelo que critica como del contrario.
Uno de los personajes secundarios es despedido porque inventa una máquina capaz de hacer su trabajo mejor que él así que no sólo pierde el trabajo sino que su categoría laboral al completo deja de ser necesaria y muchos trabajadores se quedan en la calle. Tengo para mí que ese personaje es una metáfora perfecta del libro porque sufre constantemente las consecuencias de seguir ciegamente sus convicciones y al tiempo hace sufrir a los demás. Las tribulaciones de este personaje me parece que son una extensión de la mirada escéptica de un autor que hizo de su incapacidad para comprender el mundo violento e inhumano que le toco vivir un arte gracias al cual probablemente terminó por comprenderlo mejor que nadie.
¿Quieren que les explique por qué La pianola me ha resultado un libro tan entrañable? Pues la explicación está en el texto, en cada una de sus palabras y en cada uno de sus personajes así que les recomendaría que lo leyeran y en el caso de que no coincidieran conmigo me explicaran ustedes el motivo. Ya les adelanto que no lo iba a entender.Andrés Barrero
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