Nuestro recorrido empieza en la maravillosa Piazza di Spagna.
En el siglo XVI, la gran afluencia de peregrinos y gentes de la iglesia estaban convirtiendo el centro de la ciudad de Roma en un lugar intransitable. Para despejar un poco el espacio se construyó un nuevo triángulo de calles, que aún perdura, para así canalizar el flujo de peregrinos que llegaban a la ciudad desde la puerta norte, es decir la Porta del Popolo (de la que ya hemos hablado de ella en un anterior post) hasta el Vaticano.
Ya en el siglo XVIII podías alojarte en los numerosos hoteles que habían en esta zona, en la actualidad también lo puedes hacer, y como no, disfrutar de alguna de las calles más famosas de la ciudad como la Via Condotti o la Via del Corso.
Pero tal vez mejor será callejear por el entramado de estrechas calles que separan la Piazza di Spagna de la Via del Corso; ésta es una de las zonas más animadas de la ciudad, llena de elegantes comercios. Ya en el siglo XVIII toda esta zona estaba llena de hoteles que acogían a los aristócratas en su gira por Europa.
La Via Condotti (oficialmente Via dei Condotti) es una de las calles más famosas de Roma. En la época de la Antigua Roma fue una de las calles que cruzaban la antigua Vía Flaminia y permitía que las personas que cruzaban el Tíber llegaran a la colina de Pincio. Es la calle comercial de Roma, y su nombre se debe a los conductos subterráneos que mandó construir el papa Gregorio XIII, para abastecer el barrio de agua corriente con el agua de las Termas de Agripa.
En esta vía se encuentra el , que tal vez sea el café más famoso de Roma, se encuentra en el número 84 y está allí desde el año 1760, por sus mesas han pasado personajes como Stendhal, Byron, Goethe, Keats y Franz Liszt, Ibsen, Hans Christian Andersen, Richard Wagner, Mendelssohn, y el gran Orson Welles. A mitad del siglo XIX fue un punto de reunión de todos los pintores españoles que se encontraban viviendo en Roma, como Eduardo Rosales, Dióscoro Puebla, Mariano Fortuny... y allá por los años 50 fueron María Zambrano y Ramón Gaya, que se exiliaron en Roma sus ilustres clientes. En el número 11 de la Vía Condotti vivió el inventor de la radio, Guglielmo Marconi. Tennyson y Thackeray vivieron de alquiler enfrente del famoso café Greco.
Otra calle interesante es la Via delle Carrozze, que pesar de su ubicación, justo enfrente de la Piazza de Spagna, suele pasar desapercibida para la muchos turistas, está llena de palacios y no está permitida la circulación de ningún vehículo. Es una calle acogedora y colorida por donde se pasea la clase alta romana y algunos curiosos. En la fachada del palacio de apartamentos Anita, hay una placa que conmemora que Garibaldi y su esposa Anita vivieron en ella durante la primera guerra italiana de la Independencia en 1849. Su nombre viene de los carruajes de los turistas adinerados del siglo XIX, que solían hacer cola aquí en espera de que sus vehículos fueran reparados.
Desde cualquiera de estas dos calles podemos llegar a la
Como curiosidad comentaros que en Cerca de la embajada se encuentra el Roma tenemos dos embajadas españolas, la de la Santa Sede y luego está la que se encuentra en el Casino Giraud que sería la que corresponde a la República Italiana.
Palazzo di Propaganda Fide, que fue construido para los jesuitas en 1662 (era el Colegio para la Propaganda de la Fe) el primer arquitecto al que le encargaron los trabajos fue a Gian Lorenzo Bernini, pero en 1644 acabó siendo sustituido por Francesco Borromini , pues su estilo gustaba más al Papa Inocencio X. La casa profesa de los jesuitas tenía que ser un edificio notable, pero debía tener una extraordinaria fachada que superase todas las expectativas posibles. Para ello se decidió colocar unas anchas pilastras, y una estructura que divide los dos pisos inferiores y una cornisa convexa, esta sensación de estar en continuo movimiento hace que la fachada sea considerada uno de los ejemplos más interesantes del barroco en Roma.
El desgraciado arquitecto se suicidó poco después de haber terminado el edificio, llevaba toda la vida compitiendo con Bernini por los favores papales, si queréis saber más sobre esta enemistad en este .
La columna que hay en la plaza es la Colonna dell'Immacolata, la columna de la Inmaculada, fue inaugurada en 1857, y conmemora la proclamación por el papa Pío IX de la doctrina de la Inmaculada Concepción, según la cual la Virgen era el único ser humano capaz de concebir un hijo sin la mancha del pecado original. La columna data de los tiempos de la Antigua Roma, a la que colocaron una estatua de la Virgen. Aquí cada 8 de diciembre, el Papa, al que ayudan los bomberos, le coloca una corona de flores en la cabeza de la estatua.
La otra parte de la plaza, la que nos lleva la la iglesia francesa de Trinità dei Monti, se consideraba la Piazza di Francia y todo viene dado por la construcción de esta iglesia.
En 1483,
El monasterio acogía a los miembros franceses de la orden. La iglesia fue construida en 1519, pero la fachada se terminó hacia finales de siglo, probablemente por Giacomo Della Porta. Los dos campanarios fueron diseñados para recordarnos el estilo de las catedrales francesas; en cada campanario se colocó un reloj, en uno indicaba la hora francesa (internacional) mientras que en el otro se seguía el uso italiano. Años más tarde uno de los dos relojes fue sustituido por un reloj solar, para posteriormente en 1847 acabar abandonando el sistema italiano. Delante de la iglesia se encuentra el obelisco del que ya hemos hablado en un anterior post, si queréis leerlo en este
enlace.
La verdad es que lo que más llama la atención de la iglesia son
Durante un largo tiempo tanto los reyes de Francia como los papas estuvieron debatiendo como debía ser el acceso a la iglesia desde la plaza; un buen día el enviado del cardenal Mazarino mostró al Papa Alejandro VII un proyecto que los franceses estaban dispuestos a financiar, el problema es que al papa Alejandro VII no le hizo mucha gracia la idea de tener una estatua de un monarca francés (concretamente se trataba de Luís XIV) en la ciudad papal, así que el proyecto no se llevó a cabo.
Las disputas continuaron hasta 1720 cuando el arquitecto
Ésta no era la única decoración de la escalera, originariamente tenía que haber varias estatua con santos franceses en las barandillas, además de dos estatuas una de Luis XI y otra de San Francisco de Paula, que debían estar en la parte superior de la escalera. Pero nunca se terminó el proyecto, tal vez esta falta de símbolos religiosos hizo que la escalinata fuera muy popular entre los extranjeros que vivían en Roma, sobre todo para los no católicos.
En los siglos XVIII y XIX Roma ya tenía mucho turismo, y la plaza se encontraba en el corazón del distrito hotelero más importante. Muchos viajeros llegaban a la ciudad, en busca de inspiración artística, otros querían llevarse de recuerdo alguna estatua y unos cuantos en cortejar a las mujeres italianas.
En el siglo XVIII los extranjeros que solían pasearse por la Piazza di Spagna solían ser intelectuales y artistas de diferentes nacionalidades que vivían en las calles cercanas. Sin embargo, había tal cantidad de visitantes ingleses que los italianos empezaron a utilizar la palabra inglesi para designar a cualquier extranjero. La mayoría de los hoteles tenían nombres como Hotel Londres, Hotel des Anglais, Hotel d'Inghilterra... una muestra del paso de los ingleses por esta zona la tenemos en el ; cuando dos mujeres británicas, Anna Maria e Isabel Cargill Babbington decidieron abrir un salón de té en 1896 para así proveer a los turistas ingleses de los alimentos propios de su tierra, por si echaban de menos los platos tradicionales británicos con huevos y bacon. No sé si en su tiempo era una institución como lo es ahora, y como tal, los precios son bastante altos, pero todo hay que decirlo las pastas están buenísimas y vale la pena darse algún capricho en la vida.
Otro lugar para visitar es la Casa-Museo de Keats y Shelley, se encuentra al lado de la Scalinata. En noviembre de 1820, el poeta inglés John Keats se instaló con su amigo, el pintor Joseph Severn, en una casa llamada Casina Rossa. Keats aquejado de tuberculosis se trasladó a Roma para ver si mejoraba de su enfermedad y de la depresión que sentía por la mala acogida de su obra y el tormento que sentía por su amor no correspondido con Fanny Brawne. La verdad es que no vivió mucho tiempo en la casa, pues en febrero del año siguiente murió a la edad de 25 años. Esta muerte inspiró a su amigo y poeta, Percy Bysse Shelley, a escribir el poema "Llanto por Adonis".
No se si será mal fário, o mala suerte, que en julio de 1822, fue el propio Shelley el que murió en un naufragio en el golfo de la Spezia. Ambos están enterrados en el cementerio protestante de Roma. En 1906 la Asociación Angloamericana decidió conservar la casa en recuerdo de los poetas románticos ingleses, y allí exponer un mechón de pelo de Keats, fragmentos óseos de Shelley, una máscara de carnaval de Byron... incluso se puede ver la habitación donde murió Keats, pero los muebles que se ven no son los originales, ya que éstos fueron quemados por orden del Papa.
A los pies de la escalinata se encuentra la -
Fontana della Barcaccia, es una de las fuentes romanas menos llamativas de la ciudad, sirve de asiento para los cansados turistas antes de que emprendan la subida por la escalinata. Fue proyectada por el gran Gian Lorenzo Bernini (aunque su padre, Pietro, también trabajó en ella). La fuente es muy baja debido a que la presión del agua del acueducto que la nutre es muy floja, y no puede ofrecer espectaculares chorros o cascadas, es por ello que Bernini construyó una barca naufragando
barcaccia significa barca vieja- que se encuentra medio sumergida en el centro de la fuente. El papa que encargó la construcción de la fuente fue Urbano VII, es por ello que está decorada con abejas y soles, que forman parte del escudo de la familia Barberini a la que pertenecía el pontífice.
Dependiendo de las ganas que tengáis de subir la Escalinata, o de lo cansados que estéis, una buena opción si vais con cochecitos de bebé es ir hasta la estación de metro de Spagna, que se encuentra en paralelo a la Escalinata y tomar el ascensor que nos subirá hasta la misma iglesia Trinità dei Monti. Desde allí nos dirigiremos hacia la magnífica Villa Médici de la que hablaremos en otro post.