Aunque maravillosa durante la Revolución Industrial, fue sacada de circulación a finales de la década de 1840, después de la muerte de Eleanor, y reemplazada como material de construcción por el cemento Portland. Aun así, hoy todavía permanecen docenas de ejemplos de esta piedra resistente y parecida a la cerámica, que ha soportado el severo entorno londinense por más de 150 años.
El apóstol Pablo describió a Jesús como una piedra viva: «Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual…» (1 Pedro 2:4-5). A los ojos de Dios, el sacrificio de la Roca de nuestra salvación es precioso. Cristo es la roca imperecedera sobre la cual el Padre ha construido nuestra salvación, y el único fundamento para una vida con propósito (1 Corintios 3:11).
Solo en la medida en que nuestra existencia se construya sobre su fortaleza, seremos capaces de soportar las inclemencias de la vida en un mundo caído.
No hay nada que temer si permanecemos cerca de la Roca de los siglos.
(Nuestro Pan Diario)