Lacera el alma oír su voz. Acelera el corazón su alegría ante la liberación de ver a su marido casi muerto. Por fin desarmado y rendido el carcelero, el guardián de la fe y el honor. Inspiran pena sus dudas sus pasos atrás, su miedo.
Un monólogo de Atiq Rahimi, al estilo del Delibes de Cinco horas con Mario, que enarbola la bandera de la denuncia. Una mujer que enfrentada con el estado vegetal de su esposo se decide a hablar. Contarle lo que nunca le dijo, abrirle su alma. Reivindicar su puesto, su espacio, su vida perdida. Confesiones destinadas a un cuerpo inerte que se convierte en su piedra de la paciencia, una piedra que absorbe todo y que al explotar libera tu alma.
Mujeres explotadas, desvalidas, sometidas al terror. En Afganistán, también más cerca. Y aun así anhelantes de amor.
Un relato desgarrador. No se olvida.
Ah! Y también hay película. Se estrena este mes en España.