Atiq Rahimi es un escritor Afgano que lleva veinte años viviendo en Francia, país que le acogió cuando pidió asilo político desde Pakistán, donde huyó cuando Afganistan fue invadido por los rusos y que se ha convertido en su segunda patria; aunque viaja a menudo a su país de nacimiento. Atiq estudió literatura francesa en Kabul, ya afincado en Francia estudió un doctorado de Semiología del cine en la Sorbona, que le ha permitido hacer películas y seriales para la televisión afgana y ser premiado en 2004 en Cannes con una adaptación cinematográfica de su primera novela en persa Tierra y Cenizas.
Atiq Rahimi escribe esta novela en francés y desde el primer momento tuvo una gran acogida, las denuncias que el autor vierte en ella y su estilo narrativo directo seguro que han jugado una buena baza. Con la piedra de la paciencia ganó el premio Goncourt en el año 2008 y a buen seguro que cuando se traduzca a su lengua natal le ocasionará más de un problema, puesto que en Paris en los círculos musulmanes ya le ha acarreado alguno, al ser acusado de presentar a las mujeres como unas putas y a los hombres como unos impotentes.
El detonante para esta novela fue la muerte de Nadia Anjuman, una poetisa afgana que fue asesinada salvajemente por su marido. Atiq Rahimi tenía que participar con ella en un encuentro literario y una semana antes fue suspendido. El autor intentó hablar años después con la familia de la poetisa, pero no lo consiguió al ser considerado el tema un asunto de familia, de los que parece ser Afganistán está plagado. Cuando visitó al marido en la cárcel, este se había intentado suicidarse, inyectándose gasolina y se encontraba en estado de coma, por lo tanto se encontró con un hombre en estado vegetal, y se imaginó que si hubiera sido su mujer le hubiera gustado estar a su lado para poder decirle todo lo que guardaba dentro. Una idea que plasmó en esta novela que concibió como homenaje a esta mujer y que como dice el autor esta localizada "en alguna parte de Afganistán, o en cualquier otro lugar", porque la violencia y las vejaciones a la mujer no son solo una cuestión afgana, ni musulmana...
Cuenta la mitología persa, que la piedra de la paciencia, es una piedra mágica a la que uno le cuenta sus desgracias, sus sufrimientos, sus miserias, le confía lo que no se atreve a revelarle a los demás... La piedra absorbe todas las palabras, todos los secretos y un buen día explota liberando al hombre de todo su mal. En esta novela la sangue sabur es un hombre echado en un colchón en estado vegetal, por una bala alojada en su nuca. A su cargo tiene una mujer y dos hijas de las que nadie se hace cargo porque él todavía vive.
Su mujer todavía joven y bella vela el despertar de su hombre, desgranando las cuentas de un rosario al ritmo de la cadencia de la respiración del marido, cada día tiene que repetir noventa y nueve vueltas de rosario el nombre de Alá que toca ese día, esperando una recuperación que no llega. Fuera de la casa las balas atronan, las bombas destruyen lo que encuentran a su paso y los combatientes terminan con los hombres que encuentran a su paso y profanan a sus mujeres y los niños juegan entre las ruinas.
La mujer pasa por todos los estadios propios del ser humano en una situación tan desesperada, de resignación en un primer momento, de hastío cuando pasan las semanas sin ninguna mejoría y la situación empeora para ella y sus hijas, de desespero porque le falta hasta lo básico para atenderle, hasta que al final convierte a su hombre en su piedra de la paciencia, y le va contando todo aquello que durante años le ha escondido, le reprocha sus ausencias, sus vejaciones, se atreve incluso con un tema tabú para la mujer en esas tierras el sexo, le reprocha su apatía, la falta de satisfacción de sus apetencias, y la represión a la que la ha sometido, le habla del cariño que sentía por su padre, a quien tenían marginado en un lugar húmedo de la casa por ser un hombre inteligente y bueno. Le confiesa que ha vuelto a encontrar a su tía que no goza de la simpatía del marido por una serie de hechos considerados graves en el país y que sin embargo es su principal apoyo, una vez la familia de él las ha abandonado a su suerte.
Se trata de un largo monologo en el que es muy fácil ponerse en la piel de la mujer, sentir su desesperación, entender sus gritos hacia un ser que no sabe si le escucha, pero que para ella está siendo una válvula de escape, sobre el que escupe todo lo que le esta dañando y volviendo loca. Los personajes son anónimos, practicamente el enclave en el que se desarrolla es una pieza de una casa. Otro tema recurrente es la guerra, que se lleva a los hombres a luchar en el nombre de alá dejando a las mujeres en una situación desventajosa, denuncia el autor vejaciones no sólo hacia las mujeres, si no también hacia los jóvenes que quedan huerfanos. En un pasaje cuando ella es sorprendida en la habitación por unos combatientes se tiene que fingir prostituta para que no la violen, puesto que como son mujeres impuras no las tocan.
El lector no puede dejar de preguntarse si realmente la piedra explotará o no lo hará, eso mismo se pregunta cada día la mujer mientras le lanza dardos envenenados. Antes de morir su suegro le confesó que esa piedra se encuentra en la Meca, y que no entendía como no había explotado ya. Pero si quieres saber como termina este librito de poco más de cien páginas tendrás que leerlo.
La piedra de la paciencia es un grito contra el fanatismo, contra las guerras, contra la dominación de unos hombres sobre otros, y que sólo la literatura consigue hacernos entender mejor que ningún medio de expresión.