No será el único. Inés, la musa y amante de uno de los pintores más famosos de la época, será también objeto de la investigación. La enigmática y bellísima mujer supondrá todo un rompecabezas para Karl. Y es que las víctimas tienen algo en común: son modelos de artistas a las que instruye Inés en La Maison des Mannequins.
Carla Montero se sumerge en la Viena del siglo XX y, aunque el escenario bien podría ser otro, como París, logra un buen contraste entre el ambiente de opulencia, en el que se mueven los protagonistas, y el de miseria de la época. Así, asistiremos a fiestas junto a artistas, en casa de la tía de Hugo, Kornelia, pero también visitaremos otros lugares con personajes igual de extravagantes, pero menos pudientes.
La piel dorada es una novela de ritmo pausado en la que la trama principal se ve ralentizada al detenerse el narrador en las vidas de personajes secundarios que, pese a que son importantes para descubrir quién es Inés, no llamarán la atención del lector. Aunque la historia se cuenta desde la tercera persona, también conocemos de primera mano el caso a través del testimonio de Karl y del propio asesino.
Es la primera obra que leo de la autora madrileña y he pasado sus páginas muy tranquila, despacio. No ha sido hasta cerquita del final cuando ya he cogido más velocidad. Creo que le falta un pelín de agilidad a la historia y algo de fuerza a los personajes que, en general, son insulsos.
Sin embargo, este libro está bien para aquel que busque una novela ligera porque los ingredientes están bien mezclados, se consigue el equilibrio entre lo policíaco y lo romántico: la novela se deja leer y es entretenida, aunque le falta cierto empuje.