La piel que habito (España, 2011)

Publicado el 10 septiembre 2011 por Manuelmarquez


¿Terror?¿Suspense? Olvídense de etiquetas de género que no hacenreferencia más que a aditamentos, elementos complementarios de loque, en última instancia y en puridad, es, por enésima vez, y comosiempre, la última propuesta de Pedro Almodóvar, ‘La piel quehabito’: un tremebundo drama pasional, con el amor como ejevertebrador y explicatorio, desde lo más profundo del absurdo y lacarencia de la lógica más elemental, y urdido con la brillantezformal —tanto en lo estético como en lo constructivo, y más alláde los excesos puntuales que también constituyen su “marca de lacasa”…— a que el director manchego nos tiene acostumbrados.

Almodóvar,que en su faceta de escritor destaca por la pulcritud con que hila yabrocha los desarrollos argumentales (en sus guiones puede habersituaciones más o menos atractivas, episodios mejor o peor trazados,pero difícilmente encontrará uno eso que se suele calificar como“agujero”…), arma, en esta ocasión, y tomando como material desoporte (desconozco si más o menos fielmente, dado que no he leídola obra en cuestión) una novela de Thierry Jonquet, ‘Tarántula’,una historia cuyas connotaciones morbosas —un personaje recluido enun entorno de asepsia y frialdad clínicas (y no solo en sentidometafórico) y sometido al dominio y capricho de otro cuyasmotivaciones e impulsos se nos escapan (al menos, al principio)—terminan constituyendo el envoltorio de una trama en la que es elamor, en todas sus facetas, el motor y eje acerca del cual giraabsolutamente todo.

Y lo hacecon una estructura narrativa delicada cual pieza de orfebrería: abrela función con una primera parte, situada en el presente, en la cualacumula episodios inexplicados e inexplicables, desperdigandosituaciones extrañas y claves que no podemos atrapar, en un “totumrevolutum” que descoloca a un espectador cuyos únicos puntos dereferencia claros son los dos personajes protagonistas: Vera, lavíctima recluida; y Berto, el doctor que la retiene esclavizada.Esta primera parte se cierra con un episodio un tanto atrabiliario —yen el que Almodóvar introduce uno de esos elementos que tan de sugusto son, un personaje estrambótico y violento (que nos remite, demanera fácil, al Pol Bazzo de ‘Kika’, por situarnos en unreferente muy similar) que protagoniza un episodio de sexo sucio y decierre abrupto (por decirlo de alguna manera)—, que juega el papelde cesura, a partir de la cual arranca, en un flash-back amplio, unasegunda parte que nos va a dar, con progresión pausada y precisa,todas las claves y explicaciones que nos desvelarán los misteriosesbozados en el arranque, hasta desembocar en un final contundente yseco, que nos devuelve al punto temporal del arranque, y lo cierra,con un broche coherente (y sin margen para mayores florituras).

¿Elresultado? En mi modesta opinión, la propuesta más redonda que haconseguido cuajar Almodóvar desde ‘Hable con ella’; un film enel que, ciertamente, es incapaz de soslayar esos tics, temáticos y/oformales, que adornan y puntuan todas sus películas (posiblemente,no le haga falta, a estas alturas: su público, si no los implora,los soporta estoicamente, ya sean las irrupciones innecesarias desexo y drogas en la trama, o los injertos musicales demasiadoexplícitos –en esta ocasión, a cargo de Concha Buika-), pero que,en cualquier caso, consigue enganchar emocionalmente, por la buenadosificación del suspense de su historia, y resultar, además, muyatractivo en sus aspectos accesorios, ya sean esos estilizadísimosdecorados o esa música ambiental (una magistral partitura, una vezmás, de Alberto Iglesias), amén del excelente trabajo de una parejaprotagonista, con especial mención para un Antonio Banderas que, sialgo demuestra de manera palmaria, gracias a su convincente trabajo,es cuán lamentablemente desaprovechado está en el cinehollywoodiense.

Antes deque alguien (ojo, en su perfecto derecho...) pueda señalar que me muestro excesivamente indulgente con unAlmodóvar de cuya última película se han predicado, de manera generalizada,epítetos como ridículo, absurdo, patético ysimilares (y sí, ya sé, ya sé aquello de excusa no solicitada,acusación manifiesta…), ya me declaro reo: sí, efectivamente,simpatizo con Almodóvar, y me gusta, en general, su cine. Perotampoco me cuesta trabajo reconocer en qué ocasiones (que las hay, ybastantes) su trabajo ha flojeado, y se ha movido por debajo de sunivel más elevado. No creo que sea éste el caso: ‘La piel quehabito’, llegado el momento, y vista en perspectiva, se convertiráen una de sus piezas a reivindicar. Tiempo al tiempo…