La píldora de la felicidad

Publicado el 18 marzo 2013 por Dean

Nature Communications, una revista científica, dice que hay una proteina responsable de la felicidad: La hipocretina. Segun los científicos, la concentración de este péptido aumenta cuando nos sentimos felices mientras que disminuye cuando nos encontramos tristes y abatidos.
Los niveles de hipocretina son máximos cuando se experimentan emociones positivas, así como en interacciones sociales y por el contrario, en su ausencia, dejamos de buscar la sensación de placer. Los estudios realizados aseguran que las anormalidades en la activación de este sistema podrían contribuir a diversos trastornos psiquiátricos..
Actualmente se usan antagonistas de la hipocretina como píldoras para dormir que, además de cambiar los patrones de sueño, podrían alterar negativamente el estado de ánimo. Lo interesante es que administrar directamente hipocretina a humanos podría mejorar el estado de ánimo y los niveles de alerta. Dicho de otro modo, esta proteína es la "píldora de la felicidad".

Yo aconsejaría tomar una antes de leer la prensa, una antes de salir a buscar trabajo, una antes de ir al banco a suplicar por una prórroga de la deuda hipotecaria, una antes de ir al médico, una antes de cada actividad diaria porque parece la única manera de soportar esta situación. La cuestión es: ¿De dónde vamos a sacar tanto dinero para comprar esas pastillas para la felicidad?

Los científicos aseguran que cada pastilla contiene el equivalente a las risas de una tarde con los amigos, a una bajada de los tipos de interés, o a un sonoro aplauso con olés incluidos y gritos de ¡guapoooooo!; me tomaré un par de ellas y saldré a la calle a vivir este nuevo día. Pensaré que Rajoy ha dimitido y se ha marchado lejos con la Cospedal y con todos sus otros esbirros. Pensaré que el Banco Mundial el FMI, BCE y las demás entidades económicas del mundo han desaparecido; que las armas se han convertido en monumentos de metal fundido; que los pasaportes se han convertido en unos libritos antiguos cuyo significado es muy difícil de comprender por las nuevas generaciones; que -por fin- ya nadie se sienta frente a televisiones enormes sino que sale al campo y siembra árboles. 

¡Que viva la hipocretina! Me tomaré un par de pastillas y olvidaré que la mayoría absoluta grita todos los días: ¡Que viva la hipocresía!