Autorretrato. Wikimedia Commons
Aprendió de la mano de los grandes artistas de su tiempo y llegó a ser pintora de personalidades como Napoleón. Obras mitológicas y retratos centraron la obra pictórica de Marie-Guillermine Benoist, de estilo neoclásico. Entre sus lienzos, el que la hizo famosa, uno muy poco convencional. El retrato de una mujer negra, antigua esclava, ponía sobre la mesa la existencia de esas personas que durante siglos habían vivido oprimidas e invisibilizadas. Ella las elevó a la categoría de arte. Un arte que se vio truncado por el éxito de un marido que la "invitó" a abandonar su brillante carrera artística en pos de la suya propio como alto funcionario del estado.
Marie-Guillemine de Laville-Leroux nació el 18 de diciembre de 1768 en París en el seno de una familia acomodada de la Francia pre-revolucionaria. Su padre, René Delaville-Leroulx, fue durante un tiempo, funcionario real. Desde pequeña, Marie-Guillemine demostró un destacado talento para la pintura, algo que su padre quiso potenciar. En 1783, ella y su hermana empezaron a tomar clases de arte de la mano de una de las artistas más importantes del momento, Élisabeth Vigée-Lebrun, pintora de cámara de la reina María Antonieta. Años después, también recibió clases de otro grande del momento, Jacques-Louis David.
En 1791, presentó su primer cuadro en el Salón de París, Psique despidiéndose de su familia. En aquella misma época, pintó otra obra en la que ya empezó a plasmar su personal visión del mundo. En La inocencia entre la virtud y el vicio, en vez de representar el vicio como una figura femenina, lo hizo plasmándolo en la figura de un hombre, algo muy poco habitual.
En aquella época, Marie-Guillermine se había convertido en una pintora famosa. En 1793 se casaba con un abogado, Pierre-Vincent Benoist, con el que llegó a tener tres hijos. Los primeros años de matrimonio, Marie-Guillermine compaginó su vida de casada con su carrera profesional. Llegó incluso a colaborar con su marido en la edición de obras literarias que ilustraba con su arte. De ellas, destaca la novela Marie, de Mary Wollstonecraft.
Marie-Guillemine Benoist realizó una obra muy poco convencional para su época, el retrato de una mujer negra y antigua esclava.En 1800, presentó en el Salón parisino una obra poco convencional. En Retrato de una negra, Marie-Guillermine inmortalizó a una antigua esclava, criada de su cuñado. Con esta obra, visibilizaba a dos colectivos, las mujeres y las personas de color. A pesar de que la Francia colonial había abolido la esclavitud seis años antes, la condición social de los negros no había mejorado sustancialmente. La de las mujeres tampoco Es muy probable que la pintora realizara esta obra con la intención de reivindicar la dignidad de todas ellas.
Marie-Guillermine siguió pintando retratos de personas ilustres como Teresa Cabarrús. Con el cambio de siglo, terminada la revolución, un Napoleón convertido en Primer Cónsul, le pidió que lo retratara a él y, posteriormente a sus sucesivas esposas.
Marie-Guillermine disfrutaba de su éxito como pintora de grandes personalidades. Además de recibir una medalla de oro del Salón y una pensión oficial, abrió su propio taller de pintura. Un éxito y una carrera prometedora que se truncó cuando su marido fue elevado a miembro del Consejo de Estado tras la Restauración Borbónica de 1814. Que un alto cargo del estado tuviera una esposa tan famosa, que pudiera hacer sombra a su marido era inconcebible. Marie-Guillermine fue invitada sutilmente a abandonar su carrera. Desde entonces y hasta el final de sus días, apenas pintó un puñado de cuadros. Marie-Guillemine Benoist falleció el 8 de octubre de 1826.
Bibliografía
Grandes mujeres artistas, VVAA
Women artistis in the modern era: a documentary history, Susan Waller