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Nacida en Roma en 1593, Artemisia era la mayor y la única mujer (amén de la más dotada artísticamente) de los cuatro hijos de un pintor de origen toscano llamado Orazio Gentileschi.
Aprendió a pintar en el taller del padre, bebiendo a borbotones del naturalismo típico de Caravaggio (dicen que ambos artistas llegaron incluso a conocerse en persona) e impregnándose de su dramatismo y de sus fuertes contrastes cromáticos.
Roma era en aquellos tiempos de principios del siglo XVII un lugar vibrante, en pleno proceso de cambio, donde se llevaban a cabo por doquier obras, reestructuraciones, proyectos de mejora.
Todo eso atraía a la ciudad a numerosos artistas en busca de trabajo.
Fue el caso de Agostino Tassi, un pintor nacido a las afueras de Roma, especializado en paisajes y perspectivas y con fama de pendenciero.
Junto a Orazio, el padre de Artemisia, fue contratado para realizar los frescos del Casino de las Musas, en el Palacio Pallavicini Rospigliosi.
Se hicieron amigos, hasta el punto de que Orazio le abrió las puertas de su casa. Tassi aprovechó esa confianza para violar a Artemisia.
La artista, que en el momento de la agresión tenía 18 años, tardó un año en reunir las fuerzas suficientes para denunciarlo y llevarlo a juicio.
La opinión pública de la época miró con sospecha esa tardanza, concluyendo muchos que en realidad no había habido violación y se había tratado de una relación consentida por la propia joven.
Sin embargo, el 27 de Noviembre de 1612 Agostino Tassi fue declarado culpable.
La pena que le cayó fue bastante blanda: el juez le dio a elegir entre cumplir cinco años de trabajos forzados o el exilio de Roma. Tassi, obviamente, eligió el exilio.
Después de la sentencia y de todo el escándalo suscitado con el proceso, Orazio Gentileschi organizó un matrimonio para Artemisia que le permitiese recuperar a ojos de la sociedad la dignidad perdida.
Así, el 29 de noviembre, sólo dos días después de la condena contra Tassi, la joven se casó con el pintor florentino Pierantonio Stiattesi y juntos se trasladaron a Florencia.
Para entonces Artemisia ya había comenzado a plasmar en sus lienzos a mujeres fuertes y a sufridas, a heroínas, víctimas, suicidas, guerreras, a personajes femeninos procedentes tanto de la Biblia como de la mitología. Y adoptando una perspectiva nueva: la de una mujer.
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...en 1610, con sólo 17 años, la artista ya había pintado por ejemplo a “Susana y los viejos”, un cuadro que se basa en el relato bíblico de la casta Susana, quien se estaba dando tranquilamente un baño cuando dos viejos le propusieron relaciones sexuales.
Ella los rechazó y estos, en venganza, la denunciaron por adulterio. La iban a lapidar cuando el profeta Daniel descubrió el engaño y evitó la injusticia.
Aunque la mayoría de los lienzos que en la época recogían este tema mostraban a Susana como una mujer frívola y coqueta que flirteaba abiertamente con los viejos, Artemisia optó por pintarla como una joven vulnerable, asustada, que rechazaba a esos dos hombres amenazantes.
Todo eso, un año antes de que la violaran. Después de ser agredida sexualmente por Tassi, su visión en clave femenina aún se agudizó más.
Ya en Florencia, pintó otra escena bíblica: “Judith decapitando a Holofernes” (1612 – 1613).
Es sin duda su obra más famosa. Plasma el momento en el que la viuda Judith, ayudada por su fiel doncella, decapita a Holofernes, el general asirio enemigo que se había encaprichado con ella, aprovechando que está borracho y se ha quedado dormido.
El episodio ya había sido llevado al lienzo por numerosos pintores desde el Renacimiento y se consideraba una alegoría del triunfo de las mujeres sobre los hombres.
Pero en manos de Artemisia adquiere nuevos matices, hasta el punto de que varios estudiosos han descifrado en clave psicológica la violencia con que pinta la famosa escena, interpretándola como un deseo de venganza tras la agresión sexual que sufrió.
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En vida pintó sin parar y llegó a gozar de cierta fama.
Pero tras su muerte en Nápoles en torno a 1654, Artemisia Gentileschi cayó en un largo y profundo olvido que ha durado siglos.
Sólo en la segunda mitad del siglo XX su arte comenzó a ser de nuevo apreciado por algunos críticos y su nombre, desenterrado.
Pero, sobre todo, fue a raíz de que en los años 70 el movimiento feminista convirtiera a esta artista en un símbolo de la lucha de género que Artemisia finalmente resucitó.
IRENE HERNÁNDEZ VELASCO
“Artemisia Gentileschi, la pintora que fue violada y que se vengó haciendo arte feminista en el siglo XVII”
(bbc mundo, 08.01.17)