La playa de los ahogados - Domingo Villar

Por M.a. Brito @mabrito67

Título: La playa de los ahogados
Autor: Domingo Villar
Editorial: Siruela
ISBN: 8498411297
Páginas: 448
Precio: 19,90 € (disponible en edición
de bolsillo a 9,95 € y en kindle de
Amazon a 9,49€)

Domingo Villar es vigués (Vigo, 1971) y escritor de novela negra o policíaca. También es periodista, crítico gastronómico en la radio. También ha trabajado como guionista tanto en cine como en televisión. Un poco de todo esto se palpa al leer la playa de los ahogados. No sería de extrañar que algo de Domingo Villar viva en Leo Caldas, el detective protagonista de la novela.
La sinopsis del libro tiene ya de por sí los ingredientes de una novela de intriga atractiva para el lector: una muerte que no se sabe cómo fue, si fue asesinato o suicidio tampoco se sabe, unos testigos que no se sabe si lo son o se lo inventan, un pasado que no se sabe si tiene que ver o no con la trama, un fantasma vengativo que dicen que sí aparece, ¿o es invención de mentes alimentadas por la superstición?... Todo parece y no es, depende, como diría un gallego. ¿Qué más se puede pedir para una novela en la que haya que buscar para encontrar? El la playa de los ahogados hay mucho que buscar. La historia comienza con la aparición del cadáver de un marinero en una playa gallega, en el pueblo de Panxón. El nombre del ahogado es Justo Castelo y aparentemente se trata de un suicidio. No hay testigos ni rastro de la embarcación del fallecido, aunque hay quien jura haberlo visto hacerse a la mar en domingo, aunque  todos los marinos saben, que en domingo no se sale a pescar. Este caso lo llevarán el detective Leo Caldas y su ayudante Rafael Estevez que deben despejar todas las incógnitas que lo rodean, entre personas que apuntan, con sus datos a direcciones diametralmente opuestas, vamos, una gran madeja.

Domingo Villar, escritor.

Panxón es un pueblo de apenas 3000 habitantes perteneciente al municipio de Nigrán en Galicia, que era una localidad de tradición pesquera que ha sido ocupada por el turismo en la época de verano. La elección de este pequeño pueblo como escenario de "La playa de los ahogados", no es casual. Este ambiente genera entre los habitantes, una situación de recelo hacia los que vienen de fuera, desconfianzas que atenazan el habla. Así es difícil encontrar quién cuente su versión de los hechos. Es un pueblo donde el único ahogado no es Justo Castelo, el rubio, el único que no respira, sino los otros, los que lo conocían y los que lo veían de lejos, los que sabían que habían pasado cosas, que había cuentas pendientes. El pasado a veces ahoga más que el mar. Probablemente un caso así sólo lo podría resolver un detective como Leo Caldas, paciente, capaz de tomar distancia, masticando lo que ve y lo que oye entre caladas a su cigarrillo. Difícil hubiera sido en manos de Estevez, el contrapunto, mucho más pragmático e impulsivo, que hubiera puesto en el caso "suicidio" sin despeinarse.
Justo Castelo, el ahogado, a menudo tarareaba una canción, "la canción de Solveig" de Grieg, pero un día dejó de tararearla, ¿por qué, se pregunta su hermana? Yo no la conocía. Os recomiendo que la pongáis (aquí pongo enlace), y luego sigáis leyendo con esta melodía de fondo, el resto de la entrada.

Domingo Villar maneja los fundamentos del género con maestría. De los autores españoles del género que he leído es, sin duda, el mejor. Se ven en él ingredientes de los más reconocidos del género como Michael Connelly, por ejemplo y su personaje, el detective Harry Bosch. Una narrativa fluida, con capítulos calculadamente cortos. Un personaje principal (Leo Caldas) y un contrapunto (Estevez) que es fundamental, que apuntala toda la reflexión que el protagonista realiza a lo largo de la investigación. De no existir este contrapunto, probablemente hubiera decaído el libro, y no decae en ningún momento. Todo lo contrario. Y eso es también otro de los méritos de Villar, ya que no hay acción, no hay situaciones peligrosas, no hay escenas que nos pongan el corazón a mil. Es un paseo sosegado y de vértigo a la vez. Muy hábil, un maestro.
El detective Leo Caldas brilla mucho y lo conocemos no por lo que nos explica sino por lo que le rodea. Conocemos, por ejemplo, cómo le afecta su pasado a través de cómo reconoce y echa de menos la sonrisa de la mujer que aún ama en los labios de otra mujer o de cómo reacciona ante la voz de la conciencia de su padre que le pide que la llame. No hace falta que Villar nos diga cómo la echa de menos, ya lo sabemos. Sí, Leo Caldas es un gran personaje literario. Solitario, reflexivo, observador, que toma de su experiencia el sexto sentido, el olfato para detectar los caminos, calculador para saber cuándo toca hablar y cuándo callar, paciente dicho sea de paso. Es sibarita, sabe lo que come y lo que bebe, y sobre todo dónde hacerlo. Necesita en sus momentos de soledad la seguridad de lugares conocidos, aunque a veces allí no se sienta a gusto (como por ejemplo en su programa de radio) pero necesita no preocuparse de lo que le rodea para poder estar enteramente consigo mismo. Tiene necesidad de la vara de la seguridad de su padre, su raíz, y de allí se nutre (para eso tendrán que leer el libro) del elemento decisivo para resolver el caso. Es muy simbólico esto que digo. Todo esto no me lo dijo Leo Caldas ni me lo explicó Villar, me lo dijeron quienes le hablan, le miran. Por eso llegamos a interiorizar ese gran personaje.

Tasca El Eligio, en Vigo
donde el detective Leo Caldas cruza conversaciones con
"los catedráticos"


Parece ser que Domingo Villar ya tiene la Playa de los ahogados adaptada al cine desde principios de 2012. Esto en Estados Unidos se habría convertido en una gran película ya. Aquí, sin embargo, mendigando subvenciones, nos perderemos durante un tiempo disfrutar de un buen guión cinematográfico. Por lo pronto lo tenemos en libro y podemos disfrutar de él. En 2014 ya nos promete Domingo Villar que tendremos el tercer caso del inspector Leo Caldas, se llamará "Cruce de piedras". El listón está alto. Veremos si lo supera.