La Plazuela de San Miguel en Gijón, sufrió menos cambios que otras calles de la villa, aunque en la fotografía adjunta luce unos jardines que ninguna relación guardan con los actuales, más sencillos y con necesidad obvia de una menor atención por parte de la municipalidad competente. Fue un acierto conservar el edificio de El Cafetón, la esquina, remocicada, con Uría, a mano derecha en la imagen, o el edificio en el que hasta hace escasas fechas, asentaba la cocina de Urrutia, que se ha trasladado. Resulta más triste no encontrar por las calles de Gijón edificios como el del Banco de Castilla, sustituido por un impersonal bloque de granito o el que ilustra la fotografìa inferior:
Parece ser que era el desaparecido número 86 de la calle Corrida, después de El Robledo y uno, mayor pero no tanto, no recuerda la fachada cuya instantánea adjuntamos. La cultura del pelotazo urbanístico no fue fruto de los ochenta ni de los setenta; desde siempre los desmanes se justificaban con el éxito económico a costa de pagar un precio excesivamente elevado en lo arquitectónico. Tendríamos mucho que aprender de Francia, pero eso sería ya otro tema…