La pobreza es el principal problema político del mundo. No sé si muchas fuerzas políticas dirán esta realidad en sus actos de campaña, en el acto central de Izquierda Unida de Castilla y León en Valladolid, Cayo Lara citó ese problema vergonzoso para una sociedad que se llame desarrollada. El problema principal son los mil millones de personas que pasan hambre en este mundo nuestro, sobre todo porque el planeta es capaz de producir alimentos suficientes para todas las personas.
El problema del hambre no es de capacidad es un problema de voluntad, de voluntad política. (Aunque hay un problema asociado al mismo y es las prioridades que tenemos introyectadas dentro nuestro. Consideramos que es mejor pescar en costas somalíes con barcos pesqueros armados hasta los dientes para traer el pescado hasta nuestros mercados. Les quitamos el pescado a quienes se mueren de hambre y les vendemos las armas para que atraquen a nuestros barcos pero España no tiene ninguna responsabilidad en la situación de esos países.)
¿Qué hacemos con los excedentes alimentarios? ¿Cuál es nuestra política de cooperación? Nuestra Ayuda al Desarrollo está normalmente marcada por intereses comerciales y por el fomento del desarrollo que interesa a nuestro país: patrulleras para vigilar que no partan más pobres de sus costas, dinero a cambio de que nos permitan pescar en sus caladeros y un largo etcétera de despropósitos que solo hacen que acentuar las diferencias entre países ricos y pobres.
El problema del hambre no es interno sino que es un problema de solidaridad y lleva un tiempo acentuándose en España, de momento no el hambre, pero sí, el de la desigualdad social. Cada vez la sociedad española es más desigual, los ricos son más ricos y los pobres cada vez más pobres. Si seguimos así, no solo dehauciarán de las viviendas, que es el paso previo a pasar hambre sino que las desigualdades sociales se van a seguir incrementando. Tenemos que tener claros cuáles son nuestros derechos, tenemos que tener claro cuáles son los mínimos imprescindibles en los que no tenemos que dejar entrar al mercado. Porque el mercado no tiene sentimientos, le da igual las miles de crisis familiares, personales, grupales que se están generando. Lo único por lo que se preocupa el mercado es por sí mismo y por sus beneficios.
Hablemos de pobreza extrema y de cómo enfrentarnos a ella desde las políticas que se vayan a realizar en España. Y desde luego ninguna de ellas coincidirá con las propuestas del Partido Popular en Palencia donde ha decidido disminuir un 30% la aportación para cooperación al Desarrollo pero tampoco con políticas que lleven a una mayor desigualdad social dentro del propio país. Por más que nos lo manden los mercados.
Lo dice nuestro lema: Democracia o mercados, ¡Tú decides!