Estas jornadas forman parte del programa anual de actividades de la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente, surgida de un convenio firmado en el año 2011 por el Vicerrector de Transferencia Tecnológica, D. Ramón González Carvajal, en nombre del Rector de la Universidad de Sevilla, y por Dª Soledad Román Collado, en nombre y representación de la Fundació Roger Torné. Ambos coincidieron en la inauguración de estas jornadas y reafirmaron su convencimiento sobre la necesidad y conveniencia de este tipo de colaboración entre la universidad e instituciones privadas como la Fundació Roger Torné. El Vicerrector de Transferencia Tecnológica agradeció a la directora de la Fundació Roger Torné no solo el patrocinio económico de las actividades de la Cátedra, sino también su presencia y participación en estas jornadas. La intervención de la directora de la Fundació Roger Torné evidenció de una manera clara el espíritu de las jornadas al presentar una serie de datos socioeconómicos relativos al sector más vulnerable de todas las sociedades, el de la infancia, y que no dejaron indiferente a ninguno de los asistentes. Puso el acento en indicadores tales como el porcentaje de niños que viven en hogares con privación material severa (8,3% en 2010 frente al 5,5% de 2008), el de niños que viven en hogares con una intensidad de trabajo baja (13,8% en 2012 frente al 4, 2% de 2008), o el de niños que sólo desayunan un vaso de leche o fruta entre semana (38,2% en 2010, frente al 27,5% en 2006), No menos importante fue el porcentaje que aportó sobre losniños que viven en pobreza o exclusión social (32, 65% en 2013, lo que supone 6 puntos porcentuales por encima de la media nacional). El impacto de estos datos, en cualquier caso, fue mayor cuando la directora de la fundación advirtió que existe una relación directa entre la pobreza socioeconómica y la pobreza en términos medioambientales, ya que las personas en situación de pobreza socioeconómica son también las que viven con mayores carencias medioambientales. La pobreza medioambiental es un aspecto más de la pobreza y la amplía, agravándose esta consideración en el caso de los niños, a los que les resulta muy difícil romper este círculo vicioso debido al carácter hereditario de la pobreza. Debo confesar que esta última idea me impactó en ese momento y me ha dado mucho que pensar desde entonces, lo que explica el título de este artículo. Una facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, en particular, y toda la sociedad, en general, deben no sólo plantearse la pregunta de si la pobreza se hereda, sino que deberían trabajar para que la respuesta fuera negativa, ofreciendo medios y maneras para romper la posible condición hereditaria de la pobreza, que pasa, sin ninguna duda, por ofrecer a todas las personas, con independencia de la situación socioeconómica que tengan al nacer, las mismas oportunidades para alcanzar una cultura y formación que les permita romper el círculo vicioso de la pobreza y disfrutar de unas condiciones dignas de vida, incluidas las medioambientales, porque, tal y como nos recordó en su intervención la profesora Marieta Fernández, coordinadora del proyecto Infancia y medio ambiente (INMA) de Granada, “un entorno sano es un derecho humano básico”. En su intervención, la profesora Fernández consiguió no sólo despertar el interés de los asistentes por la relación entre las condiciones medioambientales y la salud infantil de la que habló, sino que también logró un alto grado de sensibilización y concienciación de la importancia del binomio medio ambiente-salud en el bienestar de la infancia. Esta misma línea de interpelación y reflexión sobre el papel de la sociedad en la preservación del medio ambiente como medida de previsión de la salud de la población de un país también fue desarrollada por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, el profesor Raga Gil, al destacar que el medio ambiente no es una cuestión aislada o independiente de la propia humanidad, sino que forma parte de la cultura, de los valores y del compromiso del propio hombre consigo mismo y con la sociedad. El profesor Gil señaló que es precisamente esta cultura, en la que se integraría el compromiso social con el medio ambiente, la que diferencia el hombre visto por Hobbes como un lobo para el propio hombre, del hombre virtuoso y sabio dibujado por el padre de la Ciencia Económica, el escocés Adam Smith.
Publicado en fundrogertorne.org