La poca vergüenza de Carromero

Publicado el 06 agosto 2013 por Rgalmazan @RGAlmazan

Verán ustedes, un tipo va a Cuba por orden de su partido para soltar pasta a la oposición. Y resulta que como es un magnífico conductor –en España se había quedado sin puntos, ‘por conducir bien’—, decidió guiar un coche y llevar en él a un importante líder de la oposición.

Como quiera que iba muy despacio, va y se produce un accidente donde muere el líder de la oposición y el acompañante. Mientras tanto, el exilio cubano de Miami y la extrema derecha pepera –Espe Aguirre y Cía— sueltan la versión de que había otro coche y que el accidente fue forzado para asesinar al opositor Payá, negado por las autoridades cubanas.

Se acusa a Carromero por conducción temeraria y homicidio imprudente, y en un juicio, calificado por el cónsul general de Cuba de justo, impecable y ejemplar se le castiga a cuatro años de prisión. El propio Carromero reconoce su culpa.

Entonces empieza el Ministerio de Exteriores a trabajar con toda intensidad para conseguir que Carromero viniera a España a cumplir la condena. Las insistentes gestiones –desconocemos a cambio de qué— de Exteriores consigue que Carromero vuelva a España. Aquí el delincuente es recluido en la cárcel por poco tiempo, puesto que se le indulta en seguida. Y además se le premia con un puesto de asesor –naturalmente elegido a dedo— del grupo Popular del Ayuntamiento de Madrid.

Ahora cuando hace ya un año del accidente, el tal Carromero y la oposición cubana sueltan de nuevo la versión de que Payá fue asesinado por las autoridades cubanas. Él, que quedó sin conocimiento, dice que Osvaldo Payá y su compañero salieron vivos del accidente (¿tendrá poderes?).

Lamentable versión construida de forma artificial y en contra de los hechos. A este caballerete pepero, válido e hijo amantísimo de la lideresa al que se le ha indultado en un tiempo récord y, en plena crisis con seis millones de parados, se le encuentra un trabajo de 50.000 euros al año, más le valdría haber permanecido callado, pero claro, él cumple órdenes de su PP, que aprovecha cualquier cuestión para desprestigiar a su enemigo acérrimo: Cuba.

La verdad es que, en este caso, la actuación de Cuba ha tenido un craso error: Haber permitido que Carromero pudiera volver a España, porque era de suponer que no cumpliría la pena. Deberían haberlo dejado allí, para que pagara por su culpabilidad y supiera lo que es una cárcel cubana. A lo mejor se le habían quitado las ganas de mentir y de vocear conspiranoias. Desde luego, si hay algo claro es que este individuo tenía todos los puntos retirados por “conducir indebidamente” y ahora resulta que echa la culpa del accidente al mal estado de las carreteras en Cuba.

En fin, un episodio más de estos profesionales de la mentira y la conspiración. Recordamos todavía con estupor la conspiranoia del 11M, defendida por este partido todavía en la actualidad y desmentida por un juicio modelo encabezado por el juez Gómez Bermúdez, ‘tan querido’ por el Partido Popular.

Es una burda conspiración que no puede mantenerse. Después de haber salido a hombros de un delito como ha salido el tal Carromero se pliega a los deseos de los cavernícolas peperos cuando debería estar calladito y con la cabeza agachada. Pero claro, un sueldo de 50.000 bien vale una conspiración aunque no tenga ni pies ni cabeza.

Además afirma que le inyectaban algo, no sabe el qué. Y para justificar que no contradijo en Cuba nada de la versión oficial, confirma que el síndrome de Estocolmo existe. Sí y además también existen los mentirosos caraduras.

Sólo por si quedaran dudas, dejo estas preguntas que me gustaría que contestara este lamentable delincuente:

¿Por qué ha tardado un año, Carromero, en contar esta versión?

Si fuera verdad esa versión, ¿qué motivos tendría el gobierno cubano para dejar que Carromero saliera de Cuba y pudiera contarlo?

¿Cómo pudo ver Carromero que Payá y su acompañante vivían después del accidente, cuando él estaba inconsciente?

¿Por qué no dijo nada de esta versión en Cuba y además confirmó su culpabilidad en el juicio?

Si tenía retirado el carné por puntos, ¿Por qué condujo y con qué carné?

En fin una historia de espías donde el James Bond de turno es un tipejo arribista, convenido, vacío, temerario y ególatra que sigue los mandatos de sus amos sin el menor resuello, y que actúa de forma cobarde. Es lo que tiene pertenecer a sectas: un seguidismo absoluto conocido como fanatismo, aunque sea por interés.

Salud y República