Posiblemente en el mundo existan más poetas, que cualquier otra cosa que se conozca. En algún momento, cualquier persona ha tenido un pensamiento trascendental, relámpago furtivo iluminando su mediocre existencia y lo escribe. El valor de lo poético radica en su carácter irracional, que es el mismo de las pasiones. Nada es más pasional que un poema, en el sentido más espiritual del término; por eso, un buen poema no es posible explicarlo con las herramientas de su propia materia, el lenguaje, porque ya ha escapado a él. Dentro de la miríada de poetas que fabrican incesantemente la poesía, esa suerte de hronir —objeto borgesiano que una vez perdido, se replica en la mente de quien lo halla, con ligeras imperfecciones— que resulta enriquecida por el lector, encontré por casualidad en el Times Literary Supplement un artículo con un texto del poeta alemán Durs Grünbein (para mayor profusión de datos biográficos pueden ir al enlace al final del artículo). Su poesía es una de las más interesantes de la lengua de Goethe y Celan. Espeleólogo de nuevos significados semánticos, enriquece la fenomenología del poema con profusión de imágenes originales que capturan de inmediato la atención del lector. También cierto aire de derrota gravita sobre la obra de este poeta, desgarrado sin duda por la historia, que como la vida de millones de alemanes cambió para Alemania un día de 1989, cuando el muro que sostenía los dogmas cayó, abriéndole el paso a nuevos significados e imágenes. Quizá por eso la lengua alemana sea tan inaprensible: parece querer sintetizarlo todo.
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El siguiente es el artículo traducido libremente, junto con el poema, de la web del TLS:
Mantegna, QuizásPor Andrew McCullochMarzo 24 de 2015- Times Literary SupplementEl poeta y el traductor Stephen Romer predijo alguna vez que las versiones de Michael Hofmann de la poesía de Durs Grünbein (nacido en Dresde en 1962), tarde o temprano harían la parte del propio corpus poético de Hofmann, de la misma manera que las Imitaciones ya hacen parte del de Robert Lowell. Esto quizás porque Hofmann —nacido en Alemania, educado en Inglaterra y traductor prolífico de novelas y poesía del alemán en el inglés— es particularmente claro acerca del difícil negocio de producir versiones viables en inglés de textos extranjeros y sus propios criterios para ser exitosas.Traduciendo los poemas de Gottfried Benn, por ejemplo, era “como haberse desarrollado, con el tiempo, una personalidad o carácter, y entonces, mejor dicho, éste es el carácter, que reclama ser ejecutado” —una experiencia “cercana del método de interpretación actoral”. O, como él puso en la introducción a su colección de poemas de Grünbein, Las Cenizas para el Desayuno (2005), para traducir la poesía deben “ir sobre las líneas, y hacerlo parecer a mano alzada”. “Podría no ser capaz de dibujarlos desde el exterior ", escribe él, “pero espero que yo pueda animarlos desde dentro”.En “Mantegna, Quizás”, su versión del de Grünbein “Mantegna Vielleicht” (de Nacht Satiren; Tras los sátiros, 1999), Hofmann captura la sequedad de Grünbein, desinteresadamente curioso acercándose a la barbaridad humana en parte, quizás, porque él lo considera como un tipo “del gemelo de poeta alemán —el que quien, a diferencia tuya, se quedó en casa”. Pero el sujeto de Grünbein —la manera en que el artista puede presentar “horror…. intransfigurado” en términos que, evitando cualquier lirismo de falsificación, sin embargo insisten en su propio artificio— es también cercana a la propia creencia de Hofmann que la poesía puede hacer frente al mundo con la candor articulado, y sin suscribir a cualquier “mito de comprensión silenciosa”.Mantegna, QuizásEn duermevela una vez... entre el dar y el tomarVi mis manos, su moteado rojo y amarillo Como aquellos de un forastero, una rigidez en un morgue. A la hora de comer, ellos manejan el tenedor y el cuchillolos instrumentos del caníbal, que los usó para olvidar la caceríay los gritos de la matanza.Delante de mí Ponen una palma tan vacía como mi plato, el montón carnudo del último de los monos, que encontraron todo a su alcance En un mundo de primates. Mantegna, quizás Podría haber sido capaz de pintarlos intransfigurado en su horror, Aquel gordito aspero. Que fue el futuro Predicho en las líneas de aquella mano, amor o fortuna, Comparada al terror de los poros, imbuidos en el sudor Como el mito de incomprensión silenciosa sobre una frente. Durs Grünbein
Fuente original: http://www.the-tls.co.uk/tls/public/article1535388.ece
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