“El lenguaje crea la realidad”, al menos así refiere la filósofa Judith Butler; que si bien es ampliamente conocida por sus aportes a los estudios en términos de género e identidad, estudiando recientemente, me encontré con esta frase de ella que me quedó marcada, pues, a partir de la conversación que hemos abierto en redes sociales en torno a aquello que supone el estereotipo o el arquetipo junguiano del gobernante sobre como debería actuar o no, verse o no, relacionarse o no, una figura de liderazgo político e el imaginario social, llegó a mi el cuestionamiento sobre, ¿qué pasaría si empezamos a entender a nuestros cuadros, gobernantes, líderes y lideresas, vanguardia como, personas?
Sí, eso, personas, humanos, humanas que tienen unas características que desde sus particularidades han podido organizar, estudiar, conformar, llevar a cabo, un sinnúmero de desafíos que impactan en lo colectivo, pero que como te pasa a ti, que me lees hoy, tienen sus días buenos y malos, y se cansan, sueñan con cosas, tienen familias, relaciones afectivas, miedos, dolores, aspiraciones y se movilizan desde la idea de hacer una patria, no solo como aquello hoy concebimos como un territorio, si no, una patria como un todo que nos involucra desde todos nuestros espacio que más que de lucha, son de vida.
Y a esto vengo hoy, porque partiendo entonces de aquello que decía Butler, quizás nuestras expectativas colectivas serían más alcanzables en tanto construyamos un nuevo lenguaje político que sea capaz de explicar la realidad de persona a persona para entonces poder abordarla desde ese espacio de empatía genuina y posible, para ello es imprescindible la incorporación de la comprensión de lo emocional, al análisis y la práctica de la política.
Pues, como ya ha quedado demostrado lo micro, lo íntimo, lo “personal” como bien han expresado los feminismos, paso de ese espacio reducido, a convertirse en un universo cotidiano que impacta cualitativa y cuantitativamente lo político, lo colectivo, lo público.
Es un grave error ignorar los sentimientos no solo colectivos, los individuales, pues es imposible revolucionar el universo en el que estamos involucradas e involucrados sin atender lo que ocurre en espacio que somos nosotras y nosotros, esto puede incluso pasarnos como vanguardia, las bases sienten y luchan por eso que son, a partir de lo que nosotras y nosotros demostramos que somos, que no se nos olvide, que no lo pasemos de largo. Nosotras y nosotros seguiremos venciendo, ¡palabra de mujer!