Publicado: 12/07/2024 06:27 PM
Para finalizar este seriado de investigaciones sobre el uso de la renta petrolera para el beneficio de una oligarquía que permitió la expoliación de nuestros recursos, haremos un repaso de lo sucedido en la década de los 90.
Durante la añorada «época dorada» a la que la derecha quiere regresar en el escenario político, económico y social de nuestro país, traemos lo descrito por uno de los referentes del capitalismo latinoamericano, el economista Pedro Palma, quien publicó el libro “La economía venezolana: de una crisis a otra 1994/1998” en el que escribió que “para ese momento, el país se caracterizaba, entre otras cosas, por un agudo desequilibrio fiscal, por el estallido de una crisis financiera que se venía gestando desde hacía varios años, por la reducción de los precios internacionales del petróleo, por un repunte inflacionario de importancia, y por una recesión en las actividades económicas distintas al petróleo. Adicionalmente, había una alta tensión social producida por la agudización del proceso de empobrecimiento que venía sufriendo la población desde fines de los años 70”.
Palma decía también, en su libro, que “entre las razones que explican aquella agudización en 1993 se pueden mencionar: El repunte inflacionario, el ajuste de los salarios y el mayor desempleo y subempleo producto de la recesión que se vivió en ese año. Además, existía una profunda crisis política que había estallado con las intentonas de golpe de Estado en el 92, seguidas por la destitución del presidente Pérez a mediados de 1993 y por el gobierno interino de Ramón J. Velásquez entre junio 1993 y febrero de 1994”.
También se refirió al ámbito financiero comentando que “en esa década, en 1994 ocurrió la crisis bancaria jamás vivida en el país, la cual se gestó por las reiteradas prácticas indebidas en el manejo de múltiples bancos, prácticas que pudieron proliferar por la ausencia de normativas legales y reglamentarias precisas, así como por la inexistencia de una supervisión adecuada. Este ambiente de turbulencia y crisis creó un clima de incertidumbre y de expectativas negativas, que se fue agudizando a lo largo de 1993. Ello llevó a los agentes económicos a buscar protección a través de la transferencia de recursos financieros al exterior, y del retiro de depósitos de los bancos que se sospechaba estaban en problemas, generándose así presiones cada vez mayores sobre las tasas de interés y el mercado cambiario, agravando aún más la crisis de confianza, acentuándose la corrida de depósitos de algunos bancos y la fuga de capitales”.
Agenda Venezuela 1996/1997
En el segundo trimestre de 1996, durante el gobierno de Rafael Caldera, se implementó la Agenda Venezuela, que era un programa de estabilización macroeconómica orientado, básicamente, a reducir la inflación, corrigiendo los profundos desequilibrios que afectaban la economía del país, restableciendo la confianza de los agentes productivos y creando las bases para un sostenido crecimiento económico que contribuya a la continua y progresiva reducción de la pobreza.
El profesor y economista liberal, Asdrúbal Baptista, hizo estimaciones respecto a las bondades que conllevaría la aplicación de la Agenda Venezuela, en un artículo llamado “El capitalismo rentístico: Elementos cuantitativos de la economía venezolana”, publicado en los Cuadernos del CENDES, de Universidad Central de Venezuela (UCV) en 2005, donde se refería también al problema económico nacional a finales de la década de los años 90.
El profesor explicó, con detalle que “como consecuencia de la liberación de precios de las mayores ramas de los servicios públicos y de los precios internos de los combustibles, la tasa de inflación alcanzará a algo más de 98% promedio anual, las exportaciones totales superarán los 21.000 millones de dólares, mientras que las importaciones alcanzarán a 12.000 millones de dólares, lo cual dará como resultado que la balanza comercial sea superavitaria en 9.000 millones de dólares. Se estima un superávit de 3.500 millones de dólares en la balanza de pagos en cuenta corriente, que junto al saldo positivo de la cuenta de capital permitirá elevar las reservas internacionales a alrededor de 20.000 millones de dólares para finales de ese año”.
Incluso, Teodoro Petkoff, quien fuera opositor al primer gobierno de Caldera, declaró que “en el año 1997 se culminará el proceso de privatización de las empresas que tradicionalmente han estado en manos del Estado, que junto con la inversión de las empresas transnacionales en el sector petrolero, se activarán otros mecanismos que permitan una mayor participación del sector del sector privado en la prestación de servicios a la comunidad, a través del sistema de concesiones y el programa de conversión de deuda pública en inversión”.
Cabe destacar que estas citas son básicamente de referentes derechistas, con la excepción de Petkoff, quien para el momento que hiciera esa declaración era, supuestamente, un militante de izquierda.
Sin embargo, todos estos pronósticos no impidieron que se mantuviera una deuda externa de casi 10 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional y elBanco Mundial, y a pesar de no ser un país sancionado ni bloqueado, las decisiones de los gobiernos de derecha sólo lograron profundizar, aún más, la situación de pobreza y olvido en el que estaba sumido el Pueblo venezolano al recibir la presidencia el Comandante Hugo Chávez.
AMELYREN BASABE / REDACCIÓN MAZO