La porta del cel (I)

Por Pamalira
Estoy cenando en una noche de Agosto en casa de mi buen amigo Paco. Al día siguiente partimos hacia los Pirineos para realizar una travesía de alta montaña, la conocida "Porta del Cel". Paco estuvo allí hace dos años con Alberto y Horacio. Vimos una selección de las fotos que realizó y quedo maravillado pero inquieto. Son imágenes grandiosas donde falta lo más importante: la sensación que tendrá mi cuerpo cuando esté allí. Mi experiencia en estas lides sólo se resume en algunos acercamientos como turista pero no como deportista. Durante la velada recibo información de primera mano de lo que voy a vivir: una prueba inolvidable, dura, con sensación de vértigo, imprevisible... Ya de camino visitamos Lleida antes de llegar a nuestro destino. La iglesia-fortaleza nos brinda unas vistas preciosas de la ciudad y poco más. El grupo está formado por Fini, Marga, Antonio y yo... grandes desconocedores de lo que se nos avecinaba.
La iglesia-fortaleza de Lleida

La travesía recorre el Pirineo catalán haciendo cumbre en su cima más elevada y enlazando 4 refugios: Graus, Certascán, Pinet (en Francia) y Vallferrera. Se hace reserva en todos ellos y nos proporcionan toda la comida necesaria. Hay que llevar poco peso y esto es prioritario.

Empezamos ilusionados y allí conocimos a Rafa, Oscar y Enrique de Valladolid, Javier de Pamplona y los catalanes Quim y Nuria. En total somos 10 los que nos dirigimos hacia el corazón de los Pirineos pero sólo al ver a nuestros compañeros, su equipación, su desparpajo a la hora de hablar de los deportes de alta montaña... la duda nos vuelve a asaltar al desconocer el alcance de nuestras fuerzas. ¿Saldremos airosos?.
Desde Graus la senda en continuo ascenso resulta muy agradable entre grandes pinadas. Pronto el arbolado deja paso al prado y al matorral bajo lo que nos indica que estamos superando los 2000 metros de altura.

La ayuda para salvar desniveles y arroyos fue constante. Era el comienzo. Día radiante y feliz. El paisaje va cambiando ante nuestros ojos y comenzamos a ver los primeros lagos y neveros.

Reponiendo fuerzas. Dede lo alto se siente uno muy pequeñito al ver la inmensidad del paisaje. En la pica de Certascán coincidimos con los tres vallisoletanos

La bajada es dura a través de inmesos bloques de piedra. Desconoces si se mueven y si soportarán nuestros pasos. Los saltitos son una constante y se hace divertido pero con adrenalina. El lago de Certascán y su refugio están a lo lejos, fin de la 1ª etapa. Los burros nos dieron una calurosa acogida. Sin duda son importantísimos para el transporte de alimentos. Los vehículos a motor no tiene acceso alguno. Hay agua caliente, poca y con pago previo pero de agradecer. La electricidad no ha llegado y todos los refugios se abastecen de placas solares.