La posibilidad de una Isla, de Michel Houellebecq

Publicado el 02 febrero 2014 por Covadonga Mendoza @Cova_Mendoza
La possibilité d'une île Michel Houellebecq Traducción: Encarna Castejón. Alfaguara Colección: Literaturas Páginas: 440 Género: ciencia ficción, novela filosófica 
Argumento: 
Daniel es un cómico de éxito en Francia, gracias, sobre todo, a su carácter deslenguado y políticamente incorrecto (gusta de meterse con razas, minorías, religiones, etc). Una de sus obsesiones es el sexo y otra la preocupación por el envejecimiento. Debido a tales inquietudes, entra en contacto con una secta que promete la eterna juventud a través de la clonación. Al tiempo, se nos narran sus amoríos con Isabelle y con Esther, dos mujeres que representan extremos diferentes... 
Comentario: 
Es la quinta novela de Houellebecq que he leído, tras "Ampliación del campo de batalla", "Las partículas elementales", "Plataforma" y "Lanzarote", y puedo decir que, sin lugar a dudas, el autor ha vuelto a escribir lo mismo bajo diferente título. Tiene muchos elementos de las novelas anteriores. Por ejemplo, en "Lanzarote" tocaba el tema de la secta (trasunto de los raelianos, organización real que proclama que fuimos creados por unos extraterrestres, los Elohim); en "Ampliación del campo de batalla", se hablaba de la insatisfacción sexual; en "Las partículas elementales" tomaba los derroteros de una novela de ciencia ficción... En "Plataforma", otra vez la obsesión sexual. Asi que en lo formal, es con "Las partículas...", con la que tiene más similitudes. 
"La posibilidad de una isla" es una novela extensa con una estructura en la que van alternando los diferentes narradores (en realidad, el original Daniel y dos de sus clones) a lo largo de dos mil años. Como otras obras de Houellebecq, está escrita en primera persona. Dado que el personaje es muy similar a los de sus otras novelas (pero no se llama Michel, en esta ocasión, para variar) la identificación autor-personaje es muy fuerte. No cabe la menor duda de que el autor juega a escandalizar en la vida ficticia así como en la real (ha sido procesado por incitar al odio racial, etc). 
Como ya había mencionado, volvemos a ver los temas recurrentes del autor: sexo, juventud contra vejez, eugenesia, racismo, misoginia, anti-religiosidad, críticas hacia la cultura (o más bien la falta de ella), anti-progresía (se nota cierto tufillo reaccionario, aunque, en realidad, Houellebecq es de esas personas que más bien parecen ir por libre), etc, o sea, más o menos, lo mismo de siempre. Sin embargo, a pesar de esa sensación de ya visto y de que no cuenta nada especialmente novedoso ni tiene muchos giros argumentales, el libro interesa y "engancha". La prosa, muy bien construida, de muy buena calidad, adquiere mayor profundidad por el hecho de que el autor la aquilata con reflexiones filosóficas, científicas y citas culturales. Se trata pues, de un libro "intelectual" que trata cuestiones de actualidad (o más bien intemporales) e incide en la propia naturaleza del ser humano. La facilidad de lectura es pasmosa, en ningún momento aburre. 
En la parte que cuenta la historia de Daniel (que transcurre en la época actual) se narran sus aventuras-desventuras amorosas con Isabelle (con la que se casa) y con Esther. Ambas mujeres representan dos arquetipos de la mujer (según Houellebecq). Para el autor francés parecen existir dos tipos fundamentales de mujeres: la que ama (pero no tiene interés en el sexo, es algo intelectual, se puede hablar con ella de temas profundos) y la que solo tiene interés en el sexo (y no ama, no quiere enamorarse, es promiscua, para estar siempre "dispuesta" no lleva ni bragas, etc: es como un "sueño" para la mayor parte de los hombres). Leer la parte que se refiere a este tema puede provocar rechazo y cierta repugnancia, ya que las ideas que se desprenden son realmente demoledoras: los hombres solo desean a mujeres muy jóvenes (incluso púberes) y a los primeros síntomas de decadencia física (senos caídos, nalgas ídem, etc) pues ellas mismas sienten pudor y vergüenza y optan por no mostrarse, con lo cual termina la relación sexual; por otra parte, tenemos el otro extremo: mujeres que se tiran a todo lo que se mueve y son incapaces de dar "ternura" y amor, son jóvenes y bellas, siempre están dispuestas a follar (especialmente anal y oralmente), hacen gestos como las actrices porno para satisfacer a los hombres, etc, etc... Es curioso que el personaje masculino, al que tanto le duele que su joven amante lo "rechace" al final por ser "viejo", rechace él también a mujeres que "empiezan a perder la juventud", a mujeres gordas, etc...  Para él el único amor verdadero e incondicional es el de su perro... Sin embargo, yo dudo mucho de que estas seas las ideas del autor. Más bien lo veo como un "agitador intelectual" que desea crear desasosiego, mover a pensamiento... Él pone el tema sobre la mesa y deja que el lector saque conclusiones, no da, en apariencia, lecciones morales o si las da, lo hace de un modo sutil y polémico. Lo mismo puede decirse con respecto a los otros temas del libro. 
La parte de ciencia ficción no aporta novedades en el tema, ni en la forma, aunque sí permite vislumbrar contenidos filosóficos. Houellebecq, al que siempre le ve muy interesado en la ciencia en todas sus novelas (y documentado), convierte a esta casi en la religión de la nueva humanidad. Se nos narra un escenario post-humano, con una raza que ha "mejorado" en lo físico, es decir, se trata de criaturas que no necesitan comer, pues se alimentan de sales minerales, poseen una fuerza y salud superiores a los de los humanos; cuando mueren son sustituidos por un clon, etc... Podría ser la culminación de las aspiraciones humanas: ya no hay miedo a la muerte porque la muerte no existe. En la narración que transcurre en nuestra época, la figura de Daniel y su biografía (un diario de vida, que sus sucesivos clones van leyendo) hacen la función de mostrar la tragedia del ser humano, con sus observaciones deprimentes sobre el sexo, el amor, el deseo de juventud... Daniel piensa que la limitación que impone saber que uno va a morir es la fuente de las desgracias y de la angustia vital. Sin embargo, la vida de los clones, que ellos nos van narrando al tiempo está muy lejos de ser un ideal: han sido mejorados e "inmortalizados", pero no por ello han alcanzado la felicidad. Es más, su vida se describe aburridísima, aunque casi como una crítica de las tendencias actuales: la gente vive encerrada en un cubículo, y solo se comunica con los demás a través de internet; no hay contacto físico; el deseo sexual está casi anulado, así como los demás humores y pasiones; es una vida plana y sin emoción... Y los clones parecen añorar la "tragedia" de la vida de Daniel, como se demuestra al final, con el periplo de uno de ellos lejos de la tranquilidad de la "Ciudad Central", ese paraíso artificial mucho más soso que los Otros mundos espirituales de las religiones. Esa añoranza hacia la vida verdadera de Daniel lleva al clon incluso a los lugares que mencionaba éste en su relato, dotando al libro de una estructura casi circular. Como curiosidad, gran parte de la novela transcurre en España, que recibe por cierto, un varapalo tremendo por parte de Houellebecq (los españoles son enemigos de la cultura, está mal visto ser inteligente y culto, solo hay programas de telebasura) nada inmerecido. Incluso se nombran iconos de la cultura popular como David Bisbal (que también aparece en la España del futuro, como resto del mundo que se terminó) 
El final, que nos muestra el viaje de Daniel25 a través de una España irreconocible (ha habido guerras nucleares y diversos cataclismos que han modificado radicalmente la estructura geológica, creando incluso una falla que divide la península en dos, etc) es especialmente desolador. Houellebecq describe muy bien el ambiente post-apocalíptico, con razas de humanos "primitivos" que han regresionado a estadios muy arcaicos (practican el canibalismo y la eugenesia con los viejos y débiles, hay un par de machos dominantes que acaparan a las hembras, etc...) y con los que el autor parece querer decir que "eso es el ser humano natural", privado de imposiciones morales "artificiales", etc. No ahorra descripciones violentas y brutales, escritas con frialdad. 
Houellebecq escribe sin pelos en la lengua, sobre cosas que muchos piensan pero no se atreven a decir, aunque en este libro se le nota algo más "comedido" (parece condenar la pederastia, al menos en niñas prepúberes, ejem), y los añadidos "escandalosos" parecen estar ahí porque es lo que se espera de él (y como revulsivo). Es un autor muy intelectual, que cita a otros grandes como Balzac o Nietzsche y tiene la genialidad de parodiarse a sí mismo (el protagonista es su alter-ego); su escritura tiene poder para hacer pensar, y lo mejor es que no resulta plúmbeo, sino muy ameno. Con esta obra pone sobre la mesa temas importantes a los que la humanidad habrá de enfrentarse más tarde o más temprano: la clonación, la ciencia como religión, la muerte de la religión tradicional, la disolución de la sociedad, la tiranía de la juventud... O quizás ya se ha enfrentado, porque después de todo ¿no trata de algo similar el primer libro conocido de la Historia de la Humanidad, no fue Gilgamesh en busca de la planta de la eterna juventud y la perdió después de muchos esfuerzos dando la primera lección sobre lo que es el ser humano y lo que le espera? 
El genio 

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