La predicción por un planeta, relato de ciencia ficción

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

Nuevo lanzamiento de dados para hacer un relato corto:

La predicción por un planeta

Lo tenía todo. Prácticamente podía decirse que poseía la mitad de los planetas de la galaxia, tenía decenas de miles de seguidores y todos los hombres y mujeres de cualquier raza humana o extraterrestre que se le antojara meter en su cama estaban más que dispuestos a complacerla. Pero se aburría.

Por eso, cuando esa raza de diminutos seres triangulares, nativos de un pequeño planeta que acababa de comprar, aparecieron para hacerle una oferta, le hicieron gracia y decidió recibirles; para entretenerse.

Los hombrecillos le ofrecieron comprar de nuevo sus tierras a cambio de una predicción de su chamán que podría salvar su futuro. El planeta, que había parecido muy prometedor, era una inversión fallida y solo le traía gastos, así que, una vez más y por entretenerse, aceptó la oferta. Le divertía que dijeran que necesitaba ser salvada y le interesaba saber qué se habían inventado sobre su futuro.

No obstante, cuando fue hasta ese planeta desolado, el chamán solo le dijo que, en su próximo viaje, debía torcer su camino si no quería acabar mal. No amplió su información, ni le dijo lo que iba a pasar y, con su solemnidad, a ese hombrecillo bigotudo todos sus comentarios despectivos y burlones le resbalaban. En definitiva, no le dio ningún juego. Y eso la cabreó mucho, porque sintió que había regalado un planeta a cambio de ninguna diversión.

-Te has reído de mí. Busca a tu abogado, líder de pacotilla. Cuando acabe con vosotros desearéis no haber nacido -amenazó al chamán. Este se limitó a dedicarle una media sonrisa antes de decir:

-Solo si tuerces tu camino en tu próximo viaje. Si no, no te dará tiempo a acabar con nadie más.

Se marchó de ahí, airada, y se dedicó a disfrutar de los placeres de su poder hasta su próximo viaje comercial para inspeccionar un cinturón de asteroides en venta cuyas rocas podrían ser bastante rentables. Fue un viaje agotador; había demasiadas. Ninguna parecía valer el esfuerzo y decidió visitar una más antes de marcharse, así que pidió a su guía que le dijera cuál es la más prometedora.

-Esa que tenemos delante podría tener los materiales que buscas. Aunque, si viramos un poco el rumbo de la nave y nos adentramos un poco más, podremos...

-Déjalo, quiero irme a casa -le cortó, y ordenó-: Todo recto.

En esa roca no encontró tampoco los recursos que buscaba, pero un microorganismo, que había estado siglos en hibernación hasta que entró en contacto con el calor que desprendió la nave al aterrizar, la encontró a ella. Nadie, en todos sus planetas, pudo ayudarla a frenar la enfermedad que le provocó y que la consumió poco a poco. Desesperó tanto que incluso contactó con los hombrecillos triangulares, que se limitaron a mandarle un mensaje:

-Te dijimos que torcieras tu camino.

Sigue a @DeborahFMu