La prensa agoniza, y necesitamos ese cuarto bastón

Publicado el 03 mayo 2012 por Abel Ros

Decía Jurgen Habermas que la distorsión de la comunicación impedía a la sociedad romper los barrotes de  la dominación. El control del discurso por parte de las élites corporativas era, según él,  el mecanismo necesario para legitimar los estratos de la desigualdad. A través de los medios, decía el pensador,  las infraestructuras  hallaban en la tribuna el medio para fabricar el producto al gusto de su patrón. El argumento de autoridad encorsetado desde arriba era el veneno necesario para mantener los engranajes de una maquinaria llamada capitalismo. En días como hoy, la teoría de la comunicación de los críticos de Frankfurt sigue vigente en la crisis periodista del presente.

El tecnocapitalismo, en palabras de Kellner, ha monopolizado el discurso comunicativo en detrimento de la pluralidad informativa. La ley del más fuerte abanderada por Thomas Hobbes manifiesta en estos paraísos su mejor ilustración. El control de los medios por parte de los gigantes ha dejado huérfana de perspectiva a una democracia desequilibrada entre las líneas editorialistas de la izquierda y la derecha. Hoy en día, la ideología progresista ha ido perdiendo su voz en el monopolio periodístico de la caverna. Las grandes fachadas  han ido comiendo el poco pastel que le quedaba al discurso rojo del ayer. Con las persianas bajadas de Público, la Voz de Asturias y CNN+ es momento de buscar nuevos canales para resucitar a la verdad de la unilateralidad del discurso presente.

Es precisamente este riesgo de defunción de la libertad de prensa el que invita a retomar las teorías de Habermas. La democracia sin la riqueza de perspectivas es sinónimo una estética  vacía de contenidos. La distorsión comunicativa es la característica principal de las falsas democracias. En la tierra de Hugo Chávez las urnas solamente son un chiringuito más para maquillar la línea unilateral del discurso dictatorial. En España. Por desgracia, poco a poco y sin darnos cuenta,  estamos más cerca del control que de la iniciativa. Los ERES en el diario el País y el Mundo, los grandes gigantes del papel mojado, son, en palabras de una manifestante en Almería, "los últimos tripulantes de un barco a la deriva llamado libertad".

Desde el Rincón de la Crítica aprovechamos el Día Mundial de la Libertad de Prensa para reflexionar sobre los principales factores que han deteriorado la pluralidad periodística de este país. La falta de patrocinadores como consecuencia de las circunstancias económicas del momento y el "overbooking informativo" por el colapso de noticias repetidas en la red, en palabras de Saramago,  han contribuido, sin duda alguna, a este coma profundo que presenta el panorama periodístico actual. La crítica en forma de columnas, entrevistas y artículos de opinión debería ser parte del camino para reinventar y salvar el cuarto bastón de cualquier democracia. Mientras no lo consigamos, millones de lectores seguirán desmotivados ante la falta de ensayo y reflexión en un negocio más preocupado por llegar  a la meta con el dorsal del titular que en analizar la realidad del presente desde la crítica libre, plural e independiente. La elección del director de RTVE desde el hemiciclo de los leones es una prueba más del interés de las élites para que no exista aquello que en las falsas democracias, algunos llaman libertad.