Revista Literatura

La prensa de España durante el régimen de Franco (III)

Por Alberto Yoan @albertoyoan
Con la Falange las ideas del nacional-sindicalismo, devenidas en Alemania en fascismo, tuvieron su germen en España. Era tal el nivel de identificación del régimen franquista con esta partido que su “andiamaje administrativo, burocrático y represivo” (Terrón, 1981, p. 40) pasó a formar parte del nuevo Estado. La fuerza de la Falange radicaba en su rígida jerarquía, que dejaba en un segundo plano “su carencia de contenido o de desarrollo ideológico” (Terrón, 1981, p. 44). Al respecto el periodista Herbert R. Southworth, dijo que: 
El Nacional-Sindicalismo postula un periodismo técnico y políticamente al servicio absoluto de la patria. El periodismo no será un negocio económico, ni un arma política contra el Estado. El periódico y el periodista servirán al Estado (García, 1967, p. 174). 
Desde 1938 a 1940 se puede decir que la prensa estuvo en manos de la Falange, pues el gobierno adoptó todas las políticas que sobre libertad de expresión y libertad de prensa dictaban desde el nacional-sindicalismo: 
Autorizar antes de sus publicación todos los artículos que aparecieran en los periódicos”; “proporcionar cotidianamente boletines de información y consignas de todo tipo político a los diarios” e “iniciar el funcionamiento de una agencia informativa que deparase noticias y material gráfico a la misma prensa (Terrón, 1981, p. 47). 

La prensa de España durante el régimen de Franco (III)

Franco entonando cánticos de La Legión. FOTO: tomada de El Mundo

Fue la agencia EFE quien monopolizó toda la información del extranjero para distribuirla, previa censura, a los periódicos. Con la creación del Ministerio del Interior, “el modelo totalitario de prensa propuesto por la Falange adquiere carta de naturaleza” (Terrón, 1981, p. 50). La Falange tenía en su poder todas las herramientas para garantizar que el mensaje del gobierno llegara alto y claro, y que las voces disidentes no entraran en la opinión pública. 
En 1941 crean la Vicesecretaría de Educación Popular con el objetivo de controlar más allá de la prensa. El Registro Oficial de Periodistas, la Escuela de Periodismo y la Agencia EFE, que comenzó a publicar en exclusiva la revista Mundo sobre los sucesos internacionales, formaron parte de la estructura de control que se amplificó con “el monopolio de los servicios informativos a través de las emisoras de Radio Nacional y de todo un conjunto de emisoras organizadas en la Red Española de Radiodifusión (REDERA)” (Terrón, 1981, p. 53), la creación del Noticiero Español No-Do de inserción obligatoria en todas las salas de proyección del país, e incluso organizaron el Teatro Español y el Teatro Escuela Lope de Rueda. No obstante, tras la estrategia de Franco de desvincularse del fascismo, en 1945 todo este sistema pasará a manos directas del Gobierno “mediante su incorporación al Ministerio de Educación Nacional con el nombre de Subsecretaría de Educación Popular, en espera de la creación, en 1950, de un ministerio específico” (Terrón, 1981, p. 54). 
La Ley de Prensa de 1938 y el sistema de consignas 
La Ley de Prensa de 1938 rigió la actividad en España durante veintiocho años, pese a que constituía una “absoluta supresión de la libertad de expresión del pensamiento” (Terrón, 1981, p. 54). El Estado era quien controlaba el número y la extensión de los periódicos, el personal directivo de cada medio, la reglamentación de la profesión periodística y la vigilancia de toda la actividad de la prensa. La censura previa se utilizó hasta 1966 por el Estado. En una orden del Ministerio del Interior de 19 de agosto de 1938, se reglamenta incluso las remuneraciones que todo periódico debía pagar a su personal y se prohibía y sancionaba la colaboración de aquellos que carecieran carnet de periodistas. 
Al respecto dice Manuel López y Prados (1943): 
El periodista que siempre tuvo una misión difícil que cumplir con el ambiente popular de nuestra patria, desenvolviéndose siempre sin disciplina, sin concepto de responsabilidad, sin apremios jerárquicos. Con tal facilidad no se puede cumplir nunca una misión importante y menos la misión orientadora y educativa del periodista… Hoy el periodista es ya un español de servicio. Y de qué servicio. El periodista español sirve al Estado en una de las más trascendentales tareas patrióticas: la educación popular (p. 19-20). 
Así queda recogido que los periodista tenían una función pública, “funcionarios de la ideología” afirma Javier Terrón, de hecho en 1939 se hizo un registro para depurar a los profesionales de la comunicación y de 4 mil expedientes tramitados, solo 1 800 fueron inscritos. Uno de los instrumentos más eficaces durante esta época para validar al Estado fueron las llamadas consignas que eran unas indicaciones que los periódicos debían seguir para tratar determinada información y su importancia en la publicación. A veces simplemente eran resúmenes de artículos publicados en algún periódico en la línea de la ideología del gobierno, que debían ser seguidos por los demás medios. 
Durante la Segunda Guerra Mundial, las consignas jugaron un papel clave porque el régimen de Franco no quería ver a España involucrada en la guerra por ser un sistema totalitario. En este sentido se empezaron a mermar las informaciones sobre la identificación y amistad con Alemania e Italia, destacando la actitud neutral del país en el conflicto, y en el plano nacional continuaban con la apología del régimen de Franco, pero como “artífice de la paz y el progreso del país” (Terrón, 1981, p. 70). En este nuevo escenario, la Falange no daba legitimidad a Franco y ocupa un lugar destacado la Iglesia Católica, pasando de Estado fascista español a Estado católico. Como los países aliados eran democráticos, el régimen incluso incorporó la palabra “democracia” con los adjetivos de “orgánica, jerárquica, unitaria y nacional-sindicalista” (Terrón, 1981, p. 74). 
La prensa no podía ocultar los años de apego de España con Alemania, así que su cruzada contra el fascismo se centró en Japón, un país desconocido, al otro lado del mundo y que también venía como anillo al dedo para validar “la cultura occidental, portadora de los valores cristianos, contra la orienta, signo de la barbarie” (Terrón, 1981, p. 76). De 1945 a 1950 toda la simbología de grandilocuencia típica de regímenes totalitarios, “fue revestida de leyes e instituciones para su mejor presentación, sin tocar aquel absoluto reinado” (Ramírez, 1978, p. 44).
REFERENCIAS:
-García Venero, M.: “Antifalange. Estudio crítico de la Falange en la guerra civil”. Edit. Ruedo Ibérico, París, 1967.
-Prados y López. Manuel: “Ética y estética del periodismo español”, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1943.
-Ramírez Jiménez, Manuel: “España 1939-1975. Régimen político e ideología”, Edit. Labor, Barcelona, 1978.
-Terrón Montero, Javier: “La prensa de España durante el régimen de Franco: un intento de análisis político”, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1981.
NOTA: Esta reseña sobre el libro La prensa en España durante el régimen de Franco: un intento de análisis político de Javier Terrón Montero, es parte de una actividad extracurricular para la asignatura Historia del Periodismo Español. Espero que como a mí, los ayude a entender parte de ese período gris de la historia de este país. Pueden comprar el libro en la librería del Centro de Investigaciones Sociológicas.

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