Muchos españoles desearían enviarle hoy al rey Felipe el siguiente mensaje: "Vuestra presencia en Londres, corazón de la Gran Bretaña enemiga de España, nos produce vergüenza a los demócratas y patriotas españoles. Vuestro deber, como rey de España, es reivindicar siempre la Gibraltar robada, no rendir homenaje al gran enemigo".
Conviene también recordar a nuestro rey Felipe, que no entendemos cómo se encuentra en Londres, capital enemiga, rindiendo homenaje a la Gran Bretaña en la coronación de Carlos III, rey hereje y máximo responsable de la piratería británica.
El rey Felipe debería recordar lo que nos dijo el gran héroe español y patriota Blas de Lezo: “Todo español debería mear siempre mirando a Inglaterra”.
En la constitución española debería existir un mandato, ineludible para todo representante del pueblo español, sobre todo para el jefe del Estado, que les obligue a reivindicar siempre, hasta la muerte, la soberanía española de Gibraltar. Homenajear al británico es algo cercano a la traición.
La existencia de Gibraltar, un trozo de España arrebatado por los ingleses, es un agravio importante y humillante para España y el rey de los españoles debería sentirse humillado y dolido, en lugar de feliz y sonriente, ante ese hecho que nos degrada.
Pero los políticos y las élites poderosas de España asumen esa mutilación de la patria y, llenos de osadía arrogante y ajena al interés de España, coquetean con los británicos, a los que muchas veces se someten.
Francisco Rubiales