Nadie puede anticipar con plena seguridad como será el mandato de Trump, pero los primeros síntomas apuntan a un poderoso fortalecimiento de los Estados Unidos y su poder militar, basado en el despliegue de tecnologías punteras y un refuerzo de la negociación y la paz.
Concepciones duras y liberales del ejercicio del poder como las que hoy rigen en Argentina y El Salvador se irán imponiendo porque demostrarán pronto que son eficaces y que conducen con rapidez hacia el despegue y la riqueza.
Del mismo modo, los gobiernos socialdemócratas y de las viejas derechas cómplices del marxismo retrocederán, aplastados por las olas de conservadurismo que apuntan a relanzar las libertades, reducir el intervencionismo de los estados marxistas, rearmar la democracia y combatir a los que utilizan el poder para enriquecerse y aplastar a sus pueblos.
Las actuales invasiones descontroladas de inmigrantes se debilitarán y aquellos gobiernos que llenan sus países de delincuentes e ilegales sin ánimo de contribuir tendrán que abandonar el poder, empujados por un pueblo que no tolerará más el gobierno de ladrones corruptos legales y sinvergüenzas despilfarradores, cargados de privilegios inmerecidos.
Los impuestos se reducirán y el dinero estará donde debe estar, en el bolsillo de los ciudadanos, no despilfarrado por corruptos y delincuentes encaramados al poder.
El mundo, bajo Trump, tendrá que purgarse y la purga será durísima, pero exitosa, con la ruina y huida masiva de los canallas que se han apoderado de los estados y gobiernos, corrompiendo y envileciendo la política mundial.
La era de Trump tendrá sus dramas y defectos, que tendremos que combatir, pero su nacimiento llega cargado de esperanza porque trae consigo la ruina de la plaga marxista y de los actuales gobiernos cobardes, hipócritas y destructores de libertades, derechos y democracia.
Trump va a ejercer como amo del mundo y aceptar eso será duro y hasta humillante, pero quizás se trate de una terapia de choque necesaria para acabar con la invasión siniestra y letal de la cultura marxista y del imperio de los corruptos, egoístas, hipócritas y hasta psicópatas, que se han apoderado de demasiados estados y gobiernos del planeta.
Francisco Rubiales