La oposición también vino desde Alexander Dubcek, como jefe del partido en Eslovaquia, en octubre de 1967, junto con un grupo de comunistas que representaban algunos sectores liberales del partido. Estos en conjunto criticaron al presidente checo, Notony, quien dos meses después se autocriticaría y finalmente dimitiría. Fue reemplazado por Alexander Dubcek, quien había pasado buen parte de su vida en Moscú. El 6 de abril de 1968, expuso su nuevo programa al partido comunista alegando que “el partido no puede imponer su autoridad; tiene que ganarla con sus actos”. Así entonces se buscaba crear un “socialismo de rostro humano”, el cual tuviese mayor respuesta y aceptación en occidente, pues bastante desprestigiado estaba ya luego de la era estalinista donde cundieron las deportaciones, persecuciones y purgas, aún entre los mismos comunistas.
El programa de Dubeck fue lanzado en abril, el cual permitía la libertad de prensa, de expresión y circulación; así como un gobierno multipartidista. A su vez se buscaba limitar el poder de la temida policía secreta soviética y hasta dividir Checoslovaquia en dos naciones. De todas maneras, cualquier intento de romper con el modelo soviético significaba una empresa arriesgada. El partido comunista del país -si se le podía llamar así- pronto se hizo famoso alrededor de todo el mundo, generando sospechas de las democracias occidentales y la tirria de Moscú. Los checos tuvieron su primer encuentro con representantes rusos en Cierna, a finales de julio de ese año.
Al mes siguiente, la reunión de los checos se llevó a cabo con los respectivos dirigentes de los integrantes del Pacto de Varsovia en Bratislava. A todo momento el nuevo régimen liberal intentó cuidarse de sus comentarios y sólo alegó que se estaba alejando de la tendencia estalinista en la que había caído el partido, ya sea que pertenezcan al ámbito económico o social, pero jamás de los ideales básicos de la doctrina comunista basados en el marxismo-leninismo. Obviamente términos como “lucha contra la burguesía”, “mejorar el status quo” y “reemplazar la industria pesada por la vanguardia tecnológica”, eran las disimuladas premisas que intentaba anunciar Checoslovaquia con el fin de no enfurecer a los rusos. Pero estaba claro que si se daba la libertad, no se podría mezquinar esta ni un poco, y así, fueron surgiendo los medios que criticaron al partido comunista, nuevos partidos de tendencia mucho más liberal de la que se había anunciando, clubes, y otras aptitudes que pusieron al gobierno de Praga en una situación bastante incómoda. Pero el mayor problema seguía siendo el del ámbito económico, ya que Checoslovaquia estaba sufriendo de un descenso en sus exportaciones y por otra parte no sabía que buen rumbo tomar para llevar a cabo una industrialización más moderna, masiva y menos apegada a la de estilo soviético. Esto hizo que dentro de la cúpula del partido, se intercambien fuertes opiniones acerca de qué modelo económico se debía seguir.
¿Dónde estaban los soviéticos hasta entonces?
Hay que admitir que desde las conversaciones, más arriba citadas, que se llevaron a cabo en julio, los soviéticos habían intentado frenar a los reformistas checos, sin que estos se detuvieran en sus propósitos. Lo extraño fue que los rusos confirmaron retirar sus tropas y permitir que se desarrolle un Congreso en el país el 9 de septiembre. El 3 de agosto se llevó a cabo la Conferencia de Bratislava, la cual incluía a Alemania Democrática, la URSS, Polonia, Hungría, Bulgaria y Checoslovaquia, con el fin de declararse alejados de las tendencias burguesas en el gobierno y la sociedad. Los rusos retiraron sus tropas las cuales las mantuvieron a lo largo de las fronteras checas, atentas y a la espera de órdenes. El 15 de agosto de 1958 se había entrevistado ya Janos Kadar, de Hungría, con Dudcek anunciando que se temía una invasión. Cinco días después, tropas de éste último país, de la URSS, Alemania democrática, Polonia y Bulgaria empezaron la invasión a Checoslovaquia. De todo el bloque soviético sólo Rumania era la gran ausente.
Entonces, a partir del 20 de agosto de 1968, los soviéticos trasgreden las fronteras checas. El Ejército Rojo multinacional era de alrededor de 200 a 300 mil soldados, aunque algunos establecen la cifra hasta en más de medio millón. Con ellos iban más de dos mil tanques. La política de la URSS, aplicada en Checoslovaquia, sería conocida con el tiempo como Doctrina Brezhnev, y consistía simplemente en mantener a los estados satélites fieles al bloque comunista, aún con el uso de la fuerza de ser necesario. De inmediato, Dubcek anunció que no se opusiera resistencia a los invasores y que se mantuviera la calma.
Gracias a esto, los soviéticos pudieron avanzar sin grandes inconvenientes y para al día siguiente, los blindados ya se paseaban por las calles de Praga. Aquí hubo algunos heridos y muertos por leves protestas. El presidente y los principales dirigentes pronto fueron apresados. Casi de inmediato, miles salieron a las calles a protestar pacíficamente. La ocupación fue desautorizada y hasta los mismos comunistas checos se opusieron a ella. Dubcek mientras tanto se hallaba en la capital rusa, listo para las negociaciones y allí fue obligado a firmar el Protocolo de Moscú o Acuerdos de Moscú (26 de agosto de 1968), el cual si bien le permitiría estar en el poder bajo una reforma moderada, se ajustaría a los parámetros que exigirían los soviéticos rusos. Sin embargo, los rojos también anunciaron que el país sería ocupado por plazo indefinido con el fin de garantizar la seguridad de los países miembros del Pacto de Varsovia. A nivel internacional, la invasión encontró relativas protestas. En el Consejo de Seguridad de la ONU, se le pidió a la URSS que por favor se retire. Obviamente no se hizo caso y el 26 de agosto un nuevo representante de Checoslovaquia, desde luego influenciado por los soviéticos, o tal vez, amenazado, pidió que el asunto por favor se retire del Consejo de Seguridad. Para disimular, la represión fue bastante encubierta y se dejó que tardara un par de meses. Dubcek fue expulsado del partido y desapareció de la escena política por casi veinte años. Su reemplazó fue Gustav Husak, un títere de los soviéticos quien se encargó de purgar a los liberales y reformistas, así como a todos los círculos intelectuales que influyeran en el gobierno.
Poco a poco, la economía volvió al rumbo y estilo soviéticos, mientras que los medios de comunicación, la libertad de prensa y las críticas al partido fueron proscritos. Todo volvió a su cauce. En 1969, como compensación, se creó la República Socialista Checa y la República Socialista Eslovaca. Esta fue la Primavera de Praga, un intento por hacer un poco de luz en medio de aquel régimen de oscuridad y represión que ejercía la URSS sobre sus estados satélites. Quizá algo demasiado adelantado para su época.