Avanzamos hacia las vacaciones. Ya casi las tocamos con la punta de los dedos. Esta semana, para celebrar la montaña de sobresalientes que nos han traído los niños, nos iremos a celebrarlo con ellos a París y Eurodisney. Pero acabamos de dejar atrás una semana llena de sesiones en Alicante, Sevilla y Asturias, y todavía nos quedarán unas pocas más antes del descanso de agosto en la Costa del Sol.
He aprovechado las numerosas escalas aéreas de esta semana para, por teléfono, ponerme al día con algunos viejos amigos. Una de esas conversaciones fue con Luis. Hace un año y algo la situación en su empresa se volvió insostenible y decidió dar un paso adelante para poner en marcha su proyecto profesional personal. Ahí fuera el mercado está muy duro y muy frío, me decía, y le está costando salir adelante. Pero ambos pensamos que tomó la decisión correcta.
Otra de las conversaciones fue con Juan. El también tiene un proyecto en la cabeza, todavía muy verde, y en su empresa está muy a gusto. Me pidió consejo y me acordé de Luis y de esta historia que alguna vez me contaron.
Un padre y un hijo caminaban un día de invierno por el bosque en busca de leña. Buscaron un árbol muerto y lo cortaron. Luego, en la primavera, volvieron a pasar junto al tronco marchito del árbol y desolados comprobaron que le habían salido algunos brotes nuevos.
- "Mira hijo, estaba yo seguro que ese árbol estaba muerto. Había perdido todas las hojas en el invierno. Pero se ve que hacía tanto frío que las ramas se quebraban y caían como si no le quedara al viejo tronco ni una pizca de vida. Pero fíjate ahora, se ve que todavía quedaba algo de vida en aquel frágil tronco".
El hijo respondió:
- "Nunca lo olvidaré, padre. Jamás cortaré un árbol en invierno. Jamás tomaré una decisión negativa en tiempo adverso".
Nunca tomes decisiones importantes cuando estés en tu peor estado de ánimo. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera volverá.