Alice Ida Antoinette Guy nació el 1 de julio de 1873 en Saint-Mandé, cerca de París. Era la quinta hija de un editor de origen chileno, Emile Guy, y su esposa Mariette. Esta había viajado a su Francia natal para dar a luz a Alice, mientras su marido continuaba amasando una importante fortuna en el sector editorial. Poco tiempo después viajaron a Chile pero para una estancia breve. Los negocios del señor Guy empezaron a fallar y, tras su muerte, la familia se instaló definitivamente en París donde su madre se tuvo que ponerse a trabajar para sacar a su amplia prole adelante.
Tras estudiar junto a sus hermanos en distintos colegios e internados, Alice continuó sus estudios como mecanógrafa y taquígrafa, que le permitieron encontrar un trabajo como secretaria en la compañía Le Comptoir Général de la Photographie. Corría el año 1894 y Alice era una joven de apenas veinte años que empezó a descubrir la magia de las imágenes. Pocos meses después, Léon Gaumont, uno de los directivos de la empresa dejó
Le Comptoir Général de la Photographie y se llevó a Alice como secretaria de su propia compañía.En 1895, los hermanos Lumière organizaron una proyección pública de las primeras imágenes que habían grabado con su cinematógrafo. A la cita en el Salón Indio del Gran Café asistió el señor Gaumont acompañado de Alice. Hasta entonces, el cine primitivo estaba más preocupado por los inventos que inmortalizaban la realidad que por contar historias con ellos, algo que Alice Guy hacía tiempo que ya barruntaba en su cabeza. Tras mucho insistir, y con la condición de que no dejara sus tareas como secretaria, Gaumont decidió encargar a Alice en 1987 la dirección de una división dedicada a producir historias.
Empezó entonces una época apasionante para Alice que gravó con un cronógrafo varias películas en las que explicaba historias de lo más variopintas. En 1906 se atrevió incluso a realizar la que se considera la primera superproducción de la historia del cine, La pasión de Cristo, rodada en los exteriores de Fontainebleau con más de trescientos extras y una veintena de decorados.
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Alejandra Val Cubero