Foto: mujeresymusica.com/antonia-brico/
La mujer y el arte, en todas sus vertientes, han mantenido durante siglos una relación extraña. La mujer como musa, la mujer como modelo o la mujer simplemente, adornada con algún aderezo artístico para deleitar a un público que no la admiraba de verdad. Cuantas veces hemos visto películas de hermosas damas pintando en idílicos jardines o tocando el piano en perfectos escenarios victorianos. El arte ha sido para la mujer un adorno. Pero cuando alguna de aquellas mujeres pretendió hacer de su arte un modo de vida, los lobos de la injusticia se lanzaron airados contra ellas.
Si pensamos en el mundo de la música, visualizamos a cantantes, intérpretes; algunas mujeres se van colando en las filas de las más prestigiosas orquestas del mundo con un violín o un arpa bajo el brazo. Pocas se incluyen en la lista de compositoras; muchas lo intentaron y fueron silenciadas después de hacerles creer que no eran válidas para la tarea por el simple y absurdo hecho de haber nacido mujer. El mismo argumento se aplicó (y probablemente aún se aplica) a las mujeres que pretendieron ponerse al frente de una orquesta y dirigirla. Solamente tenemos que retroceder un siglo para encontrar a la primera mujer que rompió este techo de cristal. Aunque en el proceso se hirió profundamente con sus restos.
Para el mundo de la música era un auténtico escándalo que los hombres se pusieran bajo la batuta de una mujer.Antonia Louisa Brico nació en Róterdam el 26 de junio de 1902. Pero poco más sabía de sus orígenes pues siendo muy pequeña fue adoptada por una pareja, los Wolthuis, que le dieron un nuevo nombre, Wilhelmina. Cuando tenía cinco años, los Wolthuis emigraron a los Estados Unidos. Instalados en la ciudad de Los Angeles, Wilhelmina supo desde muy corta edad que quería dedicar su vida a la música por lo que compaginó durante años su educación con intensas clases de piano.
En 1919 descubrió su verdadera identidad y rompió los lazos con su familia adoptiva. Asumiendo su verdadero nombre, Antonia estudió artes liberales en la Universidad de California y tras graduarse se marchó a Nueva York para encontrar su lugar en el mundo de la música. Un lugar que no iba a ser fácil de alcanzar pues ya entonces maduraba en su interior el sueño de convertirse en algo que nunca había hecho una mujer: dirigir una orquesta. Ni que decir tiene que cuando expresó públicamente su intención de convertirse en directora las voces que se alzaron contra ella fueron muchas más que las que la apoyaron.
Eleanor Roosevelt apoyó su proyecto de crear una orquesta compuesta únicamente por mujeres como una manera de reivindicar sus derechos a participar en todas las facetas del mundo de la música.Lejos de rendirse, Antonia Brico continuó buscando la manera de alcanzar su sueño y demostrar al mundo que ser hombre o mujer no era elemento determinante para ser mejor o peor director de orquesta. En 1926 se fue a vivir a Hamburgo donde el director de orquesta Karl Muck accedió a enseñarle los entresijos de la profesión. Antonia siguió estudiando en Berlín donde en 1930 consiguió su sueño al dirigir por primera vez una orquesta, la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Berlín.
Los críticos tuvieron que rendirse a la evidencia y aplaudieron su actuación. Sin embargo, Antonia Brico nunca consiguió ser reconocida del todo. El resto de su carrera, dirigió algunas de las más prestigiosas orquestas de música del mundo pero nunca consiguió ser nombrada directora titular. Siempre lo hacía como directora invitada y siempre soportando comentarios machistas o desaires de músicos o empresarios musicales que, en el fondo, eran incapaces de reconocer que era una buena directora. El hecho de ser mujer contaba más que su talento.
Antonia Brico dirigió las más prestigiosas orquestas del mundo. Pero nunca fue admitida en ninguna de ellas como directora titular.En 1934, cansada de tanto prejuicio, decidió crear su propia orquesta, la New York Women's Symphony, una orquesta formada única y exclusivamente por mujeres. El proyecto recibió el apoyo de la entonces Primera Dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt, y durante cuatro años fue todo un éxito. Sin embargo, cuando en 1939 aceptó la entrada de hombres músicos la orquesta inició su declive.
Durante años viajó por medio mundo mostrando su talento y acudiendo a decenas de audiciones para conseguir alcanzar su sueño de formar parte de verdad de una orquesta. Siempre recibió una negativa. En 1947 se instaló definitivamente en Denver donde aceptó dirigir una pequeña orquesta y se encargó de distintos proyectos musicales. Pero su nombre fue cayendo en el olvido.
En 1974 se estrenó un documental sobre su vida, dirigido por la cantante Judy Collins. A portrait of the woman, la rescató del silencio y en los últimos años de su vida recibió un reconocimiento tardío. Antonia Brico falleció en Denver el 3 de agosto 1989. Para entonces, aún no existía ninguna directora de orquesta con un puesto fijo en ninguna orquesta del mundo.
Bibliografía y referencias
Women performing music: the emergence of American women as classical instrumentalists and conductors, Beth Abelson
Women in music: an anthology of source readings from the Middle Ages to the present, Carol Neuls-Bates
www.britannica.com/biography/Antonia-Brico
www.encyclopedia.com/women/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/brico-antonia-1902-1989
mujeresymusica.com/antonia-brico/
Películas que hablan de ella
La directora de orquesta
A portrait of the woman