En un hermoso castillo vivía la princesa Dashira quien desde la ventana de su habitación siempre recordaba todos los bellos momentos que pasó con sus amigos de la adolescencia y le dolía que en el presente muchos de ellos se hubieran distanciado.
Cerca de esa ventana un gorrión estaba cantando y al comenzar a llover buscó cobijo en la repisa de la ventana. Un poco indignado miró a la princesa y le dijo:
_ Todos los días me poso en el manzano a cantarte una canción y no la disfrutas por estar recordando siempre el pasado.Salieron a la calle y el ratoncito subido en el hombro de la princesa oculto entre su larga y abundante cabellera iba dándole ideas._ ¡Princesa, ahí está el príncipe Javier!_ Ya lo he visto, pero no sé cómo acercarme a él_ dijo la princesa._ Agarra esa pelota de fútbol y lánzala a sus pies, ya verás cómo se acerca para devolvértela. A los príncipes siempre les ha gustado el fútbol_ ordenó el ratón.La princesa aprovechó que el príncipe se detuvo a mirar un escaparate de deporte y fuertemente le lanzó la pelota golpeándolo en la cabeza. _ ¡Lo he matado! ¡Lo he matado!_ gritó al ver que el príncipe había caído al suelo.Rápidamente corrió en su auxilio y agarrándole por la cabeza le preguntó:_ ¿Estás bien?El príncipe desde el suelo, la miró con sus ojos azules y con una dulce sonrisa le dijo:_ Sólo fue un pequeño mareo. ¡No sabía que lanzabas tan fuerte!En ese instante la princesa con una tímida sonrisa se acomodó el pelo dejando al ratón a la intemperie. El príncipe al descubrirlo muy alarmado exclamó:_ ¡Tranquila princesa! ¡Yo me ocupo de esto! ¡No te pongas nerviosa!El ratón al ver que el príncipe amenazaba con matarlo con uno de sus zapatos dio un salto y comenzó a correr.El príncipe corrió detrás del ratón y la princesa detrás del príncipe gritando:_ ¡No! ¡No por favor! ¡No le hagas daño!_ ¡Quédate atrás, no te acerques! _ vociferaba el príncipe sin dejar de perseguir al ratón.El gorrión subido a la rama de un árbol, colocando sus alas sobre su barriga no paraba de reírse al observar el espectáculo.La princesa sabía que debía correr más rápido para alcanzar al príncipe y al lograrlo lo agarró por el brazo y le suplicó:_ ¡No le hagas daño, es mi amigo!El ratón miró para atrás y al ver que el príncipe se había detenido, el ratón se frenó. Un poco enojado le apuntó con el dedo y le dijo:_ ¡Préstame tu pañuelo, necesito secarme el sudor!El príncipe permaneció boquiabierto por unos segundos… y agachándose, le entregó el pañuelo. Pero más pasmado se quedó cuando vio que el ratón se secó incluso la colita.Segundos después el gorrión escuchó que el príncipe estaba invitando a la princesa y al ratón a una cena en el castillo y se acercó lo más rápido posible para que lo apuntaran al convite.Entre cena y sonrisas ambos príncipes se enamoraron. La princesa comprendió lo importante que es renunciar al pasado para hacer del día de hoy el mejor.Autora: María AbreuEste es el día que hizo el Señor, nos gozaremos y alegraremos en él (Salmos 118:24)