Ahora, tras 19 años de espera y lucha por parte del actual pueblo de Altai, los restos de la princesa -que en realidad no ostentaba ese cargo- vuelven a su origen, y serán devueltos al museo de Gorno-Altaisk, donde podrá ser visitado por el público. Por primera vez además se muestran los que hasta ahora son los mejores y más antiguos tatuajes encontrados.
En el nicho se halló únicamente su cuerpo, cuando la costumbre era enterrar a las mujeres con sus maridos, lo que revela que podía ser célibe; por todo ello se presume que pudo ser sacerdotisa. Además estaba vestida con una camisa de seda china. «Este material era más preciado que el oro y solo se encontraba en enterramientos reales», explicó Polosmak al diario 'Siberian Times'. Y lo más llamativo, los tatuajes de su brazo izquierdo conservados en perfecto estado.
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