Sin duda uno de los retos más grandes de las empresas familiares es su proceso de profesionalización. Si hablamos por ejemplo en el deporte del futbol, que está de moda ahora porque está cercano el inicio del mundial de futbol en Brasil, alguien como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, podemos decir que son profesionales, porque son expertos en la práctica de su deporte, tienen competencias o habilidades que otras personas no han desarrollado, ellos además, reciben dinero por practicarlo. Los beneficios y éxitos que han logrado son con base en un gran esfuerzo y a su dedicación.
Un buen deportista nace con ciertas cualidades, pero tiene que seguir formándose e invertir muchas horas de entrenamiento, por ejemplo, el tenista Rafael Nadal, número 1 en la clasificación de tenis del mundo por la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) participó en su primer torneo oficial a la edad de 9 años, a los 11 años fue campeón de España, a los 18 años ganó su primer título de la ATP, y ahora mismo cuenta con 13 títulos de Grand Slam y con una medalla de oro olímpica que no han sido obra de la casualidad.
A diferencia del deportista profesional, se encuentra el deportista amateur o aficionado, los jóvenes estudiantes de mi universidad que practican deportes son amateurs, ellos lo hacen sólo por diversión o para mejorar su condición física, no tienen el compromiso y la responsabilidad de cumplir con ciertos objetivos, en el futuro, si llegan a destacar, podrán convertirse en profesionales.
Así como en el deporte, las empresas familiares también pueden ser profesionales o amateurs. Por ejemplo, algunos comportamientos no profesionales de este tipo de empresas son:
1. Una dirección ineficiente, relacionada con toma de decisiones subjetiva por parte del dueño, centralizada en el jefe, y además, basada en la intuición, en sentimientos o "corazonadas" de lo que consideran mejor para la empresa.
2. Una administración del negocio en la que se improvisa, no se tiene un rumbo fijo, con asignación de puestos basados en relaciones familiares, y con promociones o ascensos de puestos y salarios basados en los lazos familiares.
Sin embargo, también existen las empresas familiares profesionales, en las que se dirige la empresa tomando decisiones objetivas, racionales, se decide con base en el análisis de la información externa e interna de la organización, y se delega autoridad y responsabilidad en gente capaz que busca el beneficio de la empresa. Además, en la administración se tiene un plan estratégico, se asignan puestos con base en las necesidades del negocio y, se promueve al personal y se le paga su sueldo en función de sus capacidades y desempeño.
Ahora bien, ustedes quizá se estén preguntando: ¿Cómo puedo tener una empresa familiar profesional?
Un primer paso hacia la profesionalización, es la formación de órganos de gobierno, es decir, de estructuras formales para la toma de decisiones de la familia y de la empresa, para el área de la familia existe el Consejo de Familia o la Asamblea Familiar, y para el área de la empresa existe el Consejo Consultivo o el Consejo de Administración.
En el caso del Consejo Familiar es muy importante darle formalidad, no se trata de las reuniones familiares para celebrar algún cumpleaños o las reuniones de familia para festejar la Navidad o Año Nuevo, se trata de tener reuniones periódicas en las que se pueda tener un espacio adecuado para redactar el manual de compromisos de la familia o protocolo familiar, donde se puedan definir las reglas para evitar conflictos en el futuro y lograr la armonía familiar. En este Consejo se analizan aspectos como:
* Los valores éticos y la conducta que se espera de los miembros de la familia
* La contratación de los miembros de la familia en la empresa
* La remuneración y los préstamos para los miembros de la familia
* Las políticas de transmisión de las acciones
* Las políticas de sucesión de los directivos
* Las reglas de integración de los parientes políticos a la empresa, etc.
No es necesario ser una empresa grande para iniciar con este organismo, en una encuesta con más de 250 Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) del Centro de Familias Emprendedoras del Tecnológico de Monterrey, una de cada tres empresas reportaba tener ya la operación de un Consejo de Familia formal.
Ahora bien, para resolver los problemas de la empresa, existe el Consejo Consultivo o el Consejo de Administración, es conveniente incluir en este organismo consejeros independientes que aporten valor al negocio, gente con experiencia profesional, profesores de universidades, etc. que ayuden a tomar decisiones relacionadas con:
* El aseguramiento de que la empresa tiene un plan estratégico adecuado
* La supervisión del desempeño del director general
* El cumplimiento de metas y objetivos programados
* Los negocios en los que interesa ingresar o negocios que se quieren evitar
* El cumplimiento de aspectos legales y fiscales, etc.
Algunos empresarios familiares consideran que tener un consejo de administración es un "lujo" para la empresa, que hacen más lento el proceso de toma de decisiones, y que además, las personas que pueden formar parte del Consejo, son gente que no conoce la empresa, sin embargo, detrás de estos factores, muchas veces se encuentran las verdaderas razones para no formar este Consejo. Estas razones son la pérdida de poder del empresario, si el fundador es el director de la empresa, se siente supervisado y como está acostumbrado a recibir cuentas no le parece bien ahora que sea él quien rinda cuentas al consejo.
De igual manera que el consejo de familia, no es necesario ser una empresa grande para tener un Consejo Consultivo, un tercio de las pymes de la encuesta del Tec ya cuentan con un Consejo de Administración.
En conclusión, tener estos dos órganos de gobierno en las empresas familiares: El Consejo de Familia y El Consejo de Administración son una buena forma de iniciar con paso firme el proceso hacia la profesionalización y el éxito de este tipo de empresas.