La pronoia: cuando el universo conspira a tu favor

Por Redespress60

La pronoia es un neologismo, definido como el estado mental contrario a la paranoia, donde el individuo tiene el presentimiento de que el mundo funciona para ayudarlo. Está considerada pues la pronoia como un estado de vibración, cuando uno se alinea con el futuro y las energías de alto calibre, literalmente sintonizas con eventos, personas y situaciones del mismo nivel y, por lo tanto, se tiene la sensación de que todo funciona siempre a favor de uno, en plena sincronía y armonía con las leyes, dinámicas, y procesos energéticos de la vida...

Fue un tal Edward A. Murphy Jr. quien primero la enunció allá por el 1949. Este ingeniero aeroespacial estadounidense realizaba por entonces experimentos con cohetes y, tras constatar que uno de sus asistentes había conectado al revés todos los sensores de movimiento, dio rienda suelta a su frustración pronunciando una frase para la historia: "Si algo puede salir mal, saldrá mal". Había nacido la Ley de Murphy, aquella que explica por qué llueve el mismo día que has lavado el coche o por qué la tostada siempre cae al suelo por el lado de la mantequilla.

El empleo más antiguo del término data de 1982, en la revista académica Social Problems, al publicarse un artículo titulado 'Pronoia' redactado por Fred H. Goldner del Queens College. El artículo describía un fenómeno opuesto a la paranoia, con ejemplos de personas que mostraban sus características.

En todo caso con su primera aparición como concepto público, la pronoia tomó su lugar dentro del lenguaje social, y donde algo que antes era simplemente una forma optimista de ir por la vida, ahora resulta que le fue concedido un nombre clínico, y hasta algunos han pensado que podría llegar a ser un trastorno psicológico que habría que tratar.

Las corrientes de "mentalidad positiva" comenzaron a cobrar auge durante los años ochenta. Esto sucedió al mismo tiempo que se difundían por todo el mundo las doctrinas de la llamada "nueva era". Hacia el fin del milenio se extendió la idea de que habría un cambio de era y que este suponía una nueva conciencia "positiva". Para subir al autobús de esos nuevos tiempos era necesario valerse de objetos y rituales que atrajeran "buenas energías".

Gran parte de esas ideas provenían de algunas religiones orientales como el hinduismo, pero fueron sacadas de contexto y vertidas a pedazos en el pensamiento occidental, derivándolas a cuestiones y anhelos materiales. Se difundió mucho la existencia de la llamada "ley de atracción", según la cual para conseguir algo se debe alimentar el deseo profundo de lograrlo, incrementando así la probabilidad de que el deseo se haga realidad. Esa nutrición del deseo se hace, según estas corrientes, a través de rituales de autosugestión. Así quedaron sentadas las bases para que apareciera y se consolidara ese síntoma conocido como pronoia.

Hasta los clásicos griegos la practicaban

En todo caso, el tema viene de lejos, ya que hace siglos, nuestros antepasados, sabían del poder que tiene alinearse con las fuerzas que rigen la vida y la naturaleza. Los griegos, por ejemplo, tenían una palabra -Kosmos- para refe­rirse a la totalidad ordenada de la existencia, una totalidad que incluía los mundos físicos, etéricos, emocionales, mentales y espirituales. Desde su punto de vista, la realidad última no era tanto el cosmos (la dimensión física de nuestro universo, la realidad espacio-tiempo que conocemos) como el Kosmos (con K, que incluye las dimensiones no-físicas, todo lo emocional, mental y espiri­tual de los niveles y planos superiores de la existencia).

El Kosmos, pues, no se refería sólo a la materia inanimada e in­sensible, sino a la totalidad viva compuesta por la materia, el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu. Si debe existir una autén­tica alineación con la vida, no debe centrarse exclusivamente en el conocimiento y comprensión del cosmos, sino del Kosmos en su conjunto, pues de lo contrario no hay forma de explicar porqué existe realmente la pronoia, y porqué es tan real como lo es cualquier otra cosa.

Lo que ocurre es que la sociedad moderna ha aca­bado reduciendo el Kosmos al cosmos, la totalidad compuesta de materia-cuerpo-mente-alma-y-espíritu a la materia sólida pura y dura, como único referente de lo que es válido y real, hasta el punto de que, en el mundo insípido y anodino del materialismo científico, nos cerramos a la idea de que pueda existir realmente una forma de alinearse y conectarse con un universo más allá del plano físico, y vivir y disfrutar de sus leyes y sus invisibles dinámicas, que hacen que, literalmente, si te enchufas a ellas, conspiren en tu favor constantemente.