La protección del más débil o la persecución del más pillo

Publicado el 16 marzo 2017 por Pelearocorrer @pelearocorrer

La homosexualidad fue delito en este país hasta el año 1979. La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que sustituía la Ley de vagos y maleantes, castigaba con multas, prisión o internamiento en psiquiátrico la mendicidad, la homosexualidad, la transexualidad y la pornografía entre otras conductas. Algunos homosexuales a finales de los años setenta sufrieron lobotomías y técnicas de electro-shock porque así lo establecía la Ley para “rehabilitarles”. La homosexualidad fue perseguida incluso muerto el General Franco.

Muchos días llevo pensando en la corrección política y el afán de algunos por tratar de desvelar la moral dominante y la hipocresía que encierra atacando las –llamadas- posturas buenistas. A mi también me repugna el snobismo de ciertas imposturas y el constante postureo ideológico que algunas vedettes de la opinión (a derecha e izquierda) esgrimen con pretendida superioridad. En el ámbito de la moral bienpensante la homosexualidad y el travestismo siguen levantando cuando menos extrañeza. Algunos críticos preguntan por las bases científicas que avalan los posicionamientos igualitaristas para los casos de transgénero, algo que levanta encendidas polémicas. En este vídeo el entrevistador siente que la clave del asunto está en el punto de vista científico, pero en torno a los usos y costumbres sexuales poco puede decir un científico, podrá en todo caso explicar cómo funcionan los aparatos reproductores de uno u otro género y qué sucede cuando se alteran. ¿Puede explicar la ciencia por qué nos gusta más que nos la chupen? La cuestión es otra y entrar en ese juego es inútil porque incluso aunque la ciencia demostrara lo contrario estamos hablando de derechos, no de biología. Los derechos no pueden estar nunca supeditados a aspectos biológicos puesto que entrarían en conflicto con la propia naturaleza del derecho.

Todo lo que huele a izquierda es deslegitimado desde la derecha por inocente, infantil, poco riguroso, ignorante, inconsistente, arbitrario, inútil, pueril, absurdo, excéntrico. Y todo lo que huele a derecha es atacado desde la izquierda por fascista. El fascismo es un término tan potente que no necesita mayor explicación.

Yo creo que la incorreción política (es decir, el racismo, la intolerancia, el machismo y demás formas de dominación) es una respuesta a los avances en materia de igualdad social que se han producido en numerosas partes del mundo en los últimos quince años. Puede tener cierta gracia el cinismo chestertoniano a la hora de valorar la bonhomía con la que algunos se lanzan a celebrar la fiesta de la igualdad, pero entre eso y negar derechos a un individuo por su condición sexual hay un camino en el que uno puede perderse. No ignoro tampoco que en los derechos adquiridos alguien pueda ver una oportunidad para medrar, una ocasión para beneficiarse personalmente, pienso en un hombre que después de cambiar de sexo pretenda competir en las mismas categorías deportivas que lo hacen las mujeres, pero en este caso deberá ser la disciplina deportiva la que regule, ordene y sancione. En cualquier caso uno puede optar por dos caminos: la protección del más débil o la persecución del más pillo. Yo opto por la primera.

La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social fue derogada completamente en 1995, más adelante (en 1999) se declararán confidenciales los archivos policiales que contienen toda la información de la represión efectuada por los agentes de seguridad; ese archivo solo puede ser consultado por investigadores e historiadores.


Archivado en: opinión, sociedad Tagged: corrección política, homosexualidad, transgénero