4 octubre 2013 por evasinmás
Les propongo un juego. Siéntense en el suelo (o en una silla si las articulaciones se resienten) y no hagan absolutamente nada durante cinco minutos. Observen los pensamientos que les surjan, pero no los contesten… Si ustedes son como la mayoría, les surgirá algo parecido a: “tengoquecomprarelperiódicodecaminoalcolegio y yaqueestoycercavoyaporelpan y nomepuedoolvidardepagarelrecibodelaluz y quecansadaestoyadetodo y mañanatengoquequedarconJuan y meparecequeestatardenoiréunavezmásalgimnasio..:” Todo eso entre miradas furtivas al reloj para saber si, por fin, han pasado los malditos cinco minutos que parecen tres horas.
Así somos en esta parte del mundo que se llama avanzado. Incapaces de parar y observar, en resumen, de ser sin más. Por eso, muchos no pueden dormir (yo soy lo más parecido a un perezoso, por suerte), porque en cuanto se hace el silencio, los pensamientos y las ideas acosan y terminan por encender la tele o la radio, para que la voz de fondo les distraiga de la suya propia.
Esta prueba la hice hace unos años, cuando aún la palabra “meditación” se vinculaba a “levitar” y a personas perdidas que no tenían otra cosa que hacer en la vida (cuántas veces escuché eso de que era para vagos, maleantes y locos). Cuando me di cuenta de que era incapaz de estar en silencio interior y exterior durante cinco minutos supe que era tiempo de practicar más y recuerdo la primera vez que conseguí estar apenas unos segundos sin seguir un hilo de pensamiento como uno de los momentos más impresionantes de mi vida. Era una sensación desconocida y, sobre todo, muy tranquilizadora. Con el tiempo, cada vez más estudios científicos hablan de los beneficios de la meditación y, hay que reconocerlo, la filosofía oriental nos ha marcado un tanto con esta práctica tan antigua.
Han pasado los años y sigo teniendo momentos de estrés en mi vida pero, durante unos minutos de cada jornada, me siento, suspiro y practico una meditación que me provoca una inmediata sensación de descanso. Esa es mi experiencia. Ah, y a mi perro le encanta acostarse a mi lado y disfrutar de unos momentos en los que no tiene que seguirme como un desquiciado mientras hago mil cosas al mismo tiempo por la casa. Creo que para él también es un descanso.
Centros para aprender a meditar hay muchos, quienes estén en Tenerife tienen, mañana mismo, sábado 5 de octubre, una oportunidad de descubrir que la meditación no es poner caras raras ni levitar, en la asociación budista Rigpa.
Estuve buscando una foto de esas tan bonitas de personas meditando y conectando con el Universo, pero pensé que era mejor poner esta, del señor peludo Truman Capote, durante uno de esos momentos de meditación de su dueña y, por tanto, de descanso para él…
Foto de @Perenquen23